El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1268
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Capítulo 1268:
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—Si le parece bien, su hijo y la señorita Holland también son bienvenidos —añadió Claude.
Jayden mantuvo el rostro impasible, pero por un instante, una sombra de vacilación cruzó su expresión. Estaba a punto de rechazar la invitación cuando sonó su teléfono.
Era Edwin Flores, que le informaba de que todos estaban reunidos, esperando la llegada del invitado de honor.
Cuando Jayden había estado en apuros, sus supuestos colegas se habían mantenido a distancia, por miedo a que los arrastrara consigo.
Pero ahora que estaba libre de sospecha, todos estaban ansiosos por caerse bien.
El mundo de la política era un juego peligroso, muy diferente a cualquier otra profesión.
Y con Edwin llamando personalmente, Jayden sabía que no podía negarse rotundamente sin que la situación se volviera incómoda. Así que aceptó, aunque de mala gana.
Después de colgar, Jayden se volvió hacia Jules y Corrine, con el rostro serio. —Vosotros dos deberíais iros a casa.
—¿Por qué tanta prisa? —preguntó Claude, haciendo girar casualmente el anillo de su mano derecha, con una pequeña sonrisa en los labios—. Es tarde. Si estáis libres, ¿por qué no os quedáis con nosotros? Esta noche no habrá extraños.
La cena, disfrazada de fiesta de bienvenida, era en realidad una reunión para cerrar acuerdos y asegurar lealtades.
Cuando Claude dijo que no habría extraños, ya era una señal de respeto hacia Corrine y Jules.
Jayden apretó con fuerza su teléfono. Estaba a punto de negarse cuando, inesperadamente, Corrine sonrió y dijo: «Claro».
Dado que Claude tenía sus ojos puestos en ella, no tenía sentido evitarlo. Era mejor enfrentarse a él directamente y ver qué se traía entre manos.
Jayden no esperaba que ella aceptara tan rápido. Su expresión cambió ligeramente y le lanzó una mirada llena de significado. Corrine le devolvió la mirada con una sonrisa tranquilizadora.
En el restaurante Linosie, el comedor privado estaba situado a media altura de una colina, con sus paredes rojas que se fundían perfectamente con el exuberante verdor circundante, creando un paraíso aislado.
Al entrar, todos se levantaron para saludar a Jayden y ofrecerle su simpatía por lo que había soportado.
Corrine echó un vistazo silencioso a la sala y reconoció a varios funcionarios, entre ellos Driscoll, que había estado en casa de Chelsea hacía unos días.
Sin prestar atención a sus sonrisas aduladoras, buscó un rincón tranquilo y se sentó.
Por casualidad, acabó sentándose justo enfrente de Claude.
Se detuvo un momento y sus miradas se cruzaron.
Desde la distancia, Claude levantó su copa y le hizo un brindis leve, casi imperceptible.
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