El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1256
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Capítulo 1256:
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Los ojos de Nate se suavizaron con afecto, y una ternura poco habitual rompió su habitual exterior reservado. «Haz lo que tengas que hacer. Estaré aquí, apoyándote en cada paso del camino».
Sus palabras hicieron que el corazón de Corrine se estremeciera.
Levantó los ojos para mirarlo y una suave sonrisa se dibujó en sus labios mientras hablaba. «De acuerdo».
Desde el momento en que se conocieron, sin importar los obstáculos que se le presentaran, Nate siempre había sido el primero en salir en su defensa.
Era su ancla, su apoyo inquebrantable cuando la vida le lanzaba sus retos más difíciles.
Siempre se había ocupado de todo en silencio, asegurándose de que ella no tuviera que soportar todo el peso.
Como hoy, cuando había utilizado sus recursos para averiguar dónde estaba detenido temporalmente Jayden.
Corrine rodeó su cintura con los brazos, apoyó la cabeza en su pecho y cerró los ojos mientras una sonrisa de satisfacción se dibujaba en sus labios.
Siempre había creído que no dependería de nadie, recordándose constantemente que debía ser racional.
Pero conocer a Nate había dado un vuelco a esa idea. La racionalidad le decía que se mantuviera distante, pero sus acciones le susurraban que no pasaba nada por dejarse llevar por él, solo por esta vez.
Sin darse cuenta, se había encariñado profundamente con él. Anhelaba su calor, el aroma que lo rodeaba; se sentía atraída por la frialdad de su mirada y la calidez que reservaba solo para ella.
A la mañana siguiente, la suave luz del sol se colaba por las ventanas. Corrine se despertó a la hora habitual. Después de completar su rutina matutina y tomar un desayuno rápido, se dirigió a la oficina.
Una vez terminada la reunión matutina, se dirigía de vuelta a su oficina cuando sonó su teléfono. Era Leland, el mayordomo. —Señorita Holland, soy yo, Leland —dijo.
Corrine apretó el teléfono con más fuerza. —¿Leland? ¿Qué pasa? —preguntó con voz tensa.
Había ocultado deliberadamente a Carl la situación con Jayden.
Ahora, con la llamada de Leland, no podía evitar preguntarse: ¿se había enterado Carl?
Leland debió notar la inquietud en su voz, porque soltó una risita alegre. —Oh, no es nada urgente. Su abuelo la extraña. Le gustaría que fuera a cenar a casa cuando tenga tiempo.
Corrine sintió un gran alivio y exhaló suavemente.
—Quizá dentro de unos días —respondió, decidida a llevarse a Jayden y a los demás con ella.
—Me parece bien —respondió Leland.
Tras colgar, Corrine se dirigió al baño, aún con el teléfono en la mano.
Al acercarse a la puerta, oyó unas voces en voz baja. —¿Has visto las noticias?
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