El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1251
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Capítulo 1251:
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Al mencionar que iban a ver a su tío, Corrine puso cara de sorpresa. Su expresión de asombro suavizó un poco la severidad de Nate. «¿Ahora entiendes las ventajas de tenerme como prometido?».
«Sí», respondió ella, con una sonrisa que se extendió por su rostro como una flor que se abre.
Se inclinó y le dio un suave beso en la mejilla. «Gracias, mi prometido».
Media hora más tarde, el vehículo se detuvo frente a un complejo de oficinas en ruinas.
Jules escudriñó la zona, con el rostro nublado por la inquietud.
Dada la condición de Jayden, su detención no seguiría los procedimientos habituales. Un caso como este requería personal especial y un lugar discreto, y solo el equipo de investigación tenía acceso a esa información.
Durante el trayecto, Jules había imaginado muchos posibles lugares de detención, pero no se había imaginado nada como esto.
Los alrededores eran lúgubres y desolados. Incluso un animal callejero se lo pensaría dos veces antes de quedarse allí.
Las puertas del coche se abrieron y el grupo salió al pavimento agrietado. Matías se adelantó y llamó con los nudillos a la imponente verja de hierro.
El haz de luz de una linterna atravesó la oscuridad y se posó directamente sobre sus rostros. Corrine se estremeció e instintivamente levantó una mano para protegerse del resplandor. A través de sus dedos, distinguió la silueta de un hombre uniformado.
En cuanto reconoció a Nate, abrió el portón y se adelantó, saludando con una reverencia respetuosa. —Señor Hopkins.
Nate respondió con un breve asentimiento, con expresión impenetrable. —Vamos.
—Sí, señor.
Cuando el empleado se dio la vuelta, sus ojos se posaron brevemente en Corrine.
Ella captó la mirada, esbozó una pequeña sonrisa y bajó la vista, guardándose sus pensamientos para sí misma.
La clara deferencia hacia Nate despertó su curiosidad.
Siempre había dado por sentado que la gente respetaba a Nate simplemente porque era el líder de la familia Hopkins en el Continente Independiente. Pero ahora veía que había algo más.
En ciertos sectores del gobierno, las viejas jerarquías aún tenían peso. Según esa lógica, alguien como Nate, un hombre de negocios, nunca debería inspirar tanto respeto.
El pensamiento permaneció en su mente mientras echaba un vistazo al hombre que tenía a su lado.
La tenue luz acentuaba los ángulos de su rostro, resaltando sus rasgos llamativos.
Sus ojos oscuros tenían una profundidad que ella nunca había podido descifrar, como aguas tranquilas que ocultan corrientes invisibles.
A menudo se preguntaba cómo habrían sido las cosas si nunca lo hubiera conocido aquel día fuera del lugar de la boda.
Como si sintiera sus pensamientos, Nate se volvió hacia ella.
Sus miradas se cruzaron. Por un breve instante, Corrine dudó, pero luego sonrió suavemente. Respiró hondo y apretó los dedos alrededor de la mano de él.
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