El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1249
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Capítulo 1249:
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Oyó los pasos y se volvió, exhalando una nube de humo, y luego aplastó el cigarrillo con la bota. —¿Te has encargado de todo?
—Sí —respondió Corrine.
Mientras salían, ella volvió a hablar. —Tenemos que encontrar la manera de ver al tío Jayden.
Solo hablando con Jayden y escuchando su versión de los hechos podrían esperar encontrar las pruebas que necesitaban para limpiar su nombre de las falsas acusaciones.
Jules frunció ligeramente el ceño.
La familia Ford estaba en lo más alto de la escala social de Lyhaton, pero Jayden era el único que se dedicaba a la política.
Ahora que estaba en apuros, sus antiguos colegas le habían dado la espalda, dejándoles sin otra opción que buscar ayuda en otra parte.
—Ya se me ocurrirá algo —dijo Jules, cuya experiencia militar le proporcionaba contactos que podrían resultar útiles en ese momento.
Pero Corrine sabía que recurrir a esos contactos podría costarle a Jules años de amistades ganadas con esfuerzo.
Justo cuando se sentía insegura, una serie de pasos firmes resonaron al otro lado del pasillo.
Levantó la vista y vio a Nate caminando hacia ella, vestido con un traje negro, su silueta recortada por la luz.
Lo observó acercarse. —¿Qué haces aquí?
No le había contado a Nate los problemas de su tío, no quería involucrarlo ni causarle preocupaciones.
Nate tenía los labios apretados y el rostro helado, como si el aire se hubiera convertido en hielo.
Aunque no dijo nada, Corrine podía sentir su frustración.
No entendía por qué Nate parecía tan molesto.
Jules, que estaba cerca, percibió la tensión entre ellos y decidió marcharse antes de que la situación se volviera aún más incómoda.
—Voy a salir a fumar —dijo.
Le lanzó a Corrine una mirada que parecía decir: «Buena suerte con esto», y se marchó sin mirar atrás.
Corrine estaba confundida. No había hecho nada para molestar a Nate, así que ¿por qué Jules la había mirado así?
Mientras lo pensaba, Nate le levantó suavemente la barbilla con la mano, haciendo que ella lo mirara.
La suave luz del pasillo iluminaba su rostro, haciendo que su belleza fuera aún más llamativa.
Sus ojos brillaban como estrellas en la noche.
Tras un momento de silencio, la expresión seria de Nate se suavizó ligeramente y dejó escapar un suspiro. —¿Prefieres pedir ayuda a la Llama Roja antes que llamarme a mí?
Su decisión de buscar ayuda en otro sitio, sin siquiera pensar en pedírselo a él, le había dolido mucho.
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