El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1237
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Capítulo 1237:
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«Esta horquilla…», Corrine frunció el ceño, perdida en sus pensamientos.
Nate la observó atentamente y le preguntó: «¿Has descubierto algo?».
«Este diseño es similar al de la tiara que compramos en la subasta. Por la artesanía, diría que la horquilla…
y la tiara fueron hechas por la misma persona». En otras palabras, probablemente procedían del mismo creador y del mismo lugar.
—¿Entonces crees que la tiara podría ser del Continente Independiente? —Nate expresó en voz alta lo que Corrine estaba pensando.
Corrine lo miró con seriedad y asintió. —¿Puedes pedirle a Presley que investigue esta pista?
Estaba segura de que Jax no le había dado la horquilla solo como un regalo.
Era más que eso. Era una pista para desvelar un gran secreto oculto en la tiara que había comprado.
Especialmente después de recordar lo que Jax le había dicho: «La vida es como una partida de ajedrez. Cada movimiento está planeado, es una mezcla de destino y elección. A menudo, no vemos el verdadero propósito del juego, pero nos encontramos atrapados en él».
Pensando en ello ahora, Corrine sintió un nudo de inquietud.
¿En qué tipo de juego la estaban metiendo?
No dejaban de tentarla con piezas del rompecabezas, pero ¿cuál era su verdadero objetivo?
Al notar su tensión, Nate le apartó suavemente el pelo. —Le diré a Presley que lo investigue. Si encuentra algo, te lo dirá enseguida.
Corrine dejó escapar un suspiro de resignación. —Es lo único que podemos hacer por ahora.
Después de guardar el objeto, se levantó. —Se está haciendo tarde. Debería descansar un poco…
Antes de que pudiera terminar, Nate la agarró de la muñeca y la atrajo hacia sí.
Ella jadeó sorprendida, pero Nate la calló con un beso.
La noche oscura, la suave iluminación y el calor de Nate parecían insinuar lo que estaba por venir.
Corrine apretó ligeramente los dedos y sus ojos se nublaron con la duda. —Yo, yo…
La destreza de Nate la otra noche la había tomado por sorpresa, dejándola inquieta por lo que estaba a punto de suceder.
Al notar su incomodidad, Nate la besó suavemente. «Te lo prometo, esta vez no dejaré que llores».
Dicho esto, la levantó sin esfuerzo y la llevó al dormitorio.
A la mañana siguiente, Corrine se despertó mirando fijamente al techo.
No recordaba cuándo se había quedado dormida. Su último recuerdo claro era la promesa de Nate de «la última ronda».
Sí, siempre la última ronda.
Había llorado hasta quedarse ronca la noche anterior, pero Nate no había dado ninguna señal de detenerse.
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