El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1234
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Capítulo 1234:
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Cuando terminó el tiro, Corrine volvió a ser la ganadora.
—¿Qué tal si vemos los fuegos artificiales? —preguntó Nate.
—¿Fuegos artificiales? —preguntó Corrine, sorprendida. No había oído nada al respecto.
El pulgar de Nate rozó ligeramente sus labios hinchados. —Es una idea de última hora. ¿Te apetece?
No queriendo decepcionar a Nate, Corrine se detuvo un momento antes de asentir. —Vamos.
Caminaron de la mano hasta la azotea.
Nate intercambió una mirada con Matías, quien inmediatamente entendió y dio la señal.
En el momento justo, los fuegos artificiales se dispararon hacia el cielo.
Vívidos destellos de color llenaron la noche, creando un espectáculo breve pero impresionante antes de desvanecerse como humo soplado por el viento.
El espectáculo duró cuarenta y ocho minutos y terminó a las 8:21 p. m. con las palabras «Feliz cumpleaños».
El mensaje final reveló que no era de Nate, sino de «todos los que te quieren».
Aunque los fuegos artificiales fueron breves, despertaron en Corrine una oleada de emociones que no podía controlar.
Sentía un nudo en la garganta, como si algo pesado se le hubiera atascado allí, dificultándole el habla. Una ola de emoción la invadió y sintió un cosquilleo en la nariz que amenazaba con hacerla llorar.
Resultó que no era solo su imaginación. Nate se había esforzado por animarla.
No era solo porque era su cumpleaños. También sabía que hoy era el aniversario de la muerte de su madre.
Eligió este gesto para celebrar su cumpleaños, incluyendo las bendiciones de su madre con el mensaje «todos los que te quieren».
Corrine se quedó allí, paralizada, con la mirada fija en el cielo oscuro.
Al notar que algo pasaba, Nate frunció ligeramente el ceño. Le tomó suavemente los dedos fríos entre los suyos, con una rara mirada de preocupación en sus profundos ojos.
«¿Qué pasa?
¿Acaso a la mayoría de las chicas no les gustan las sorpresas? ¿Por qué se comportaba así Corrine?
Corrine bajó los ojos, con la mirada un poco enrojecida. Tras un largo silencio, se acercó lentamente y apoyó la cabeza contra el pecho de Nate. Su voz era tranquila y suave. «Hoy es mi cumpleaños y también el aniversario de la muerte de mi madre».
Nate le acarició suavemente el pelo con la mano y le habló con ternura. «Lo sé».
Al oír sus palabras, Corrine no pudo contener las lágrimas.
No lloró en voz alta. Se mordió el labio y dejó que las lágrimas cayeran en silencio, como una niña obediente que intenta no montar una escena.
Sin embargo, a Nate le dolía verla así.
No dijo nada para consolarla, sino que le acarició la espalda con la mano, tratando de calmarla.
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