El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1213
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Capítulo 1213:
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Su voz tranquila tenía un tono frío e indiferente.
—¿Se ha acostado mi abuela? —preguntó Elva, mirando a su asistente.
Esta asintió respetuosamente. —Sí, se ha acostado.
Elva asintió a su vez. —Envía a alguien a investigar discretamente a esta mujer, Corrine Holland. Asegúrate de que se haga con discreción.
—No se preocupe, señorita Quinn —respondió su asistente, ayudando a Elva a acomodarse antes de darse la vuelta para marcharse.
A la mañana siguiente, tras despedirse de Hawk, Corrine se dirigió al aeropuerto. Cuando su coche se alejaba del Grand Palace, un Bentley Continental blanco bloqueó repentinamente su camino.
Corrine levantó la vista instintivamente y vio a alguien salir del lado del pasajero.
La figura llevaba una caja de madera y caminaba directamente hacia su coche.
Saul, sentado en el asiento delantero, miró a Nate, buscando en silencio una confirmación.
Cuando Nate asintió con la cabeza, Saul hizo una señal a sus hombres para que dejaran pasar a la persona.
Cuando el hombre se acercó, Corrine lo reconoció de su anterior visita a la casa de la familia Foster.
Bajó la ventanilla justo cuando él llegaba al coche.
Sosteniendo la caja con cuidado entre ambas manos, se inclinó ligeramente y dijo: «Señorita Holland, el señor Foster me ha pedido que le entregue esto».
«¿Qué es?», preguntó Corrine, frunciendo el ceño con curiosidad mientras miraba la caja.
El hombre sonrió levemente, manteniendo la calma. —El señor Foster no me dio explicaciones, solo dijo que se lo entregara personalmente. También mencionó que lo abriera después de marcharse.
La expresión de Corrine se ensombreció ligeramente.
¿Por qué había que esperar para abrirlo?
¿Había algo dentro que no debían ver los demás?
Se detuvo un momento y luego extendió la mano y tomó la caja. —Lo llevaré. Por favor, salude al señor Foster de mi parte.
—Es usted muy amable, señorita Holland —respondió el hombre—. El señor Foster también dijo que la considera una amiga y que cree que volverá a verla algún día.
Dicho esto, se dio la vuelta y se marchó.
Mientras el hombre se alejaba, Corrine lo observó pensativa, con una sutil y misteriosa sonrisa en los labios.
Jax era sin duda un personaje fascinante.
Hablaba poco, pero siempre dejaba alguna pista, como si lanzara un anzuelo y esperara a que ella picara.
Una vez que el coche volvió a la carretera, avanzó sin problemas hacia el aeropuerto. Aunque la curiosidad la devoraba, Corrine siguió el consejo de Jax y no abrió la caja.
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