El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 120
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 120:
🍙🍙🍙🍙🍙
Corrine se quedó muda, sorprendida por la sencillez de su pregunta.
Antes de que pudiera responder, alguien llamó a la puerta.
«Srta. Holland, la comida está lista.»
Corrine desvió la mirada hacia Nate, con voz ligera pero llena de profundidad tácita.
«Tengo hambre».
Sus ojos brillaron, dejándole momentáneamente sin aliento, despertando algo en lo más profundo de su ser.
Una lenta sonrisa se dibujó en los labios de Nate, con voz baja y burlona.
«Si no quieres salir de esta habitación, sigue mirándome así».
Corrine parpadeó, confusa.
«Entonces, ¿qué quieres?»
«¿Te haces la tímida?» La voz de Nate se ensombreció cuando se inclinó hacia ella y sus dedos rozaron suavemente la piel sensible de detrás de su oreja.
«Sé mi novia, ¿vale?»
Su aliento recorrió la curva de su cuello, provocándole un escalofrío y un delicado rubor en las mejillas.
«Siento que las cosas entre nosotros van demasiado deprisa», murmuró, su voz apenas un susurro.
«¿En serio?» Nate enarcó una ceja, con un brillo juguetón en los ojos y una sonrisa que dejaba entrever algo más profundo.
«¿Puedo tomar eso como un sí?»
Corrine lo miró y sus ojos bailaron con picardía al imitar su tono burlón.
«Sí y no. Después de todo, aún no he visto toda la profundidad de tu sinceridad».
«Habrá muchas ocasiones de que lo sientas en el futuro», prometió Nate, con voz suave y segura.
«De acuerdo», respondió Corrine, con voz ligera pero con un peso oculto.
«Pero tenemos que establecer algunos límites. No besarme de la nada, y mantener una distancia adecuada…»
Al oír sus palabras, la sonrisa de Nate vaciló y su mirada se agudizó ligeramente.
«Puedes seguir poniéndome a prueba, pero no aceptaré esos supuestos límites».
Había aceptado estar con él, pero seguía insistiendo en mantenerlo a distancia, negándole afecto; ¿cómo podía esperar que él lo tolerara? Corrine abrió la boca para responder, pero las palabras se le escaparon.
«¿No dijiste que tenías hambre?» preguntó Nate, suavizando su voz.
«Vamos, bajemos a comer».
Sin decir nada más, la cogió de la mano y la guió suavemente hacia la puerta. Corrine se miró los dedos entrelazados, con una sonrisa en la comisura de los labios y el corazón agitado por la incertidumbre y la emoción.
Sabía que se adentraba en terreno desconocido al confiarle su corazón. Desde el momento en que aceptó estar con él, se dio cuenta de que su futuro ya no era sólo suyo.
Mientras comían, la habitación estaba en silencio, pero cada mirada y cada movimiento de Nate hablaban de una ternura tácita, su mirada nunca se apartaba de ella. Corrine mantenía la cabeza baja, concentrada en la comida, pero notaba el peso de su mirada, como si no pudiera apartarla.
.
.
.