El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1199
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Capítulo 1199:
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Una fina capa de sudor apareció en su frente mientras permanecía paralizada en su silla, con la mirada fija en los dados, incapaz de salir de su estado de shock.
Los demás la observaban con expresiones encontradas.
Ella se lo había buscado y ahora tenía que afrontar las consecuencias.
Hawk se rió entre dientes, con una mirada burlona mientras miraba a Rosalie. —Señorita Liam, ¿por qué está tan callada?
Rosalie parpadeó lentamente, tratando de recomponerse.
Levantó los ojos y se encontró con la mirada de Corrine al otro lado de la mesa.
—Tendrás que afrontar las consecuencias de tu apuesta.
Nate, que había estado callado hasta entonces, habló de repente. Tomó la mano de Corrine y le acarició suavemente el dorso con los dedos. —¿Qué castigo le has preparado?
Su tono era relajado, pero transmitía una clara calidez y ternura.
Todos captaron los sutiles matices de su voz y sintieron en silencio lástima por Rosalie.
Al oír eso, a Rosalie se le encogió el corazón. Sus ojos, llenos de emociones encontradas, se volvieron hacia Nate.
Había esperado que su larga historia le granjeara algo de compasión por su parte. Pero este hombre era más frío y despiadado de lo que había pensado, y no le mostraba piedad alguna.
Moses intercambió una mirada con Zack, indicándole en silencio que estuviera atento.
No se trataba de que Nate fuera cruel; Rosalie se lo había buscado ella sola.
De todas las personas a las que podía provocar, había elegido a Corrine.
Corrine apartó suavemente la mano de Nate y le colocó un mechón de pelo detrás de la oreja. —Señorita Liam, ¿está lista para aceptar el reto como castigo?
Rosalie la miró a los ojos.
La expresión de Corrine era tranquila, como si todo hubiera salido tal y como esperaba, incluida la derrota de Rosalie.
Darse cuenta de eso hizo que un escalofrío recorriera la espalda de Rosalie, extendiéndose por todo su cuerpo y haciéndola temblar.
Se mordió el labio con fuerza, clavándose las uñas en las palmas de las manos, y miró fijamente a Corrine con ojos llenos de desafío.
—Si pierdes, pierdes. Zack, al ver que Rosalie perdía la compostura, temió que actuara de forma impulsiva. Rápidamente dijo: —No importa cuál sea el castigo, debes afrontarlo, Rosalie.
Todo era culpa de Rosalie. Aunque fuera humillada, no podía culpar a nadie más que a sí misma.
Al oír eso, Corrine sintió un gran alivio.
Temía que Zack intentara interceder por Rosalie.
Apoyó la cabeza en la mano y pensó por un momento. «Vamos a otro sitio. Este no es el ideal».
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