El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1195
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Capítulo 1195:
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«Este juego se está volviendo aburrido. ¿Por qué no subimos la apuesta?». Corrine dejó la lata de cerveza sobre la mesa y miró directamente a Rosalie con una media sonrisa en los labios. «Señorita Liam, ¿le interesa?».
La ligereza de su tono desconcertó a Rosalie durante una fracción de segundo. Sus pestañas parpadearon mientras una sensación de inquietud se apoderaba de ella, como si la hubieran pillada in fraganti.
Pero rápidamente se recompuso.
Mientras siguieran jugando a los dados, Corrine no tenía ninguna posibilidad contra ella.
De una forma u otra, Rosalie descubriría la verdadera personalidad de Corrine delante de todos esa noche.
—Por supuesto —exhaló Rosalie lentamente, y luego esbozó una sonrisa de confianza—. ¿En qué estás pensando, señorita Holland?
Corrine lo pensó un momento, mirando al otro lado de la mesa. —Dado que la señorita Liam es la «campeona invicta», limitarse a tirar los dados me parece demasiado sencillo. ¿Qué le parece si jugamos a adivinar?
A diferencia de los juegos de dados normales, este no consistía solo en agitar el cubilete, sino que requería escuchar, intuición y estrategia.
—De acuerdo —respondió Rosalie, manteniendo la expresión impasible.
No era arrogancia, era certeza. Corrine no era rival para ella.
Pero mientras Rosalie se sentaba serena y segura de sí misma, la sonrisa de Corrine se amplió, con el encanto engañoso de un depredador disfrazado, observando pacientemente cómo su presa se acercaba a la trampa que había tendido cuidadosamente.
Las miradas de los hombres se agudizaron con interés cuando Corrine y Rosalie se enfrentaron, con los ojos brillantes por la emoción de presenciar un espectáculo inesperado. El aire zumbaba con la expectación, una especie de emoción temeraria que se extendía entre la multitud.
Solo Zack parecía distraído, con la mirada fija en Nate y un atisbo de preocupación en el rostro.
¿Pero Nate? Él observaba a Corrine con una mirada de tranquila indulgencia, el tipo de devoción inquebrantable que decía que la respaldaría sin importar lo que pasara, sin el más mínimo murmullo de queja.
Zack suspiró para sus adentros, preparándose ya para cualquier resultado que les esperara. Solo podía esperar que la derrota de Rosalie no fuera demasiado brutal.
—Antes de empezar, ¿no deberíamos acordar lo que hay en juego? ¿Qué pasa cuando uno de nosotros gana… o pierde? —La voz de Rosalie atravesó los murmullos, con una sonrisa provocativa en los labios.
Irradiaba confianza, segura de que la victoria era suya.
Corrine hizo rodar los dados entre sus dedos, y el sonido seco resonó como un desafío. —El perdedor quedará a merced del ganador. ¿Qué te parece?
Un desafío audaz, embriagador y temerario, como poner tu destino en manos de tu peor enemigo.
La atención de todos se deslizó hacia Rosalie, con los ojos brillantes de interés.
—¿No vas a disuadirla? —le preguntó Herbert a Nate, el único hombre allí presente que pensaba que podría intervenir.
De todos los presentes, Herbert era quien menos conocía a Corrine. Para él, su derrota parecía inevitable.
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