El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1191
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Capítulo 1191:
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Con juegos de beber y dados sobre la mesa, Corrine había elegido estos últimos, un golpe de suerte para Rosalie.
Los ojos de Rosalie se oscurecieron brevemente y bajó la mirada, tratando de ocultar su frialdad, aunque Moses y Zack se dieron cuenta rápidamente del sutil cambio.
¿Era Rosalie simplemente demasiado confiada o era ciega ante la posibilidad de que alguien pudiera ser mejor que ella?
¿No se daba cuenta de que, en cualquier juego, siempre había alguien que podía superarla?
Herbert miró a Corrine, frunciendo el ceño. «¿Estás segura?», preguntó, con un tono de preocupación en la voz.
Corrine le devolvió la mirada con frialdad. «¿Hay algo malo en mi decisión?», respondió, con voz perfectamente medida.
Al ver la inocencia en sus ojos, Herbert sintió el peso de la situación y casi no pudo soportar dejarla tan ajena a todo.
Justo cuando Herbert estaba a punto de relatar las legendarias victorias de Rosalie, esta se adelantó, con voz suave pero con un sutil tono desafiante. —Herbert, la señorita Holland ha aceptado por su propia voluntad, así que debe de estar segura de sí misma. Al fin y al cabo, solo estamos jugando por diversión. ¿Por qué estropearle el ánimo desanimándola?
Estaba claro: su mensaje era sencillo: no dijera nada.
Una vez zanjado el asunto, Herbert no pudo decir nada más.
Dio una calada a su cigarrillo y tiró la colilla al césped, aplastándola en el barro. —¿Cuál es el castigo para el perdedor? —preguntó, esperando que Rosalie mostrara algo de moderación y evitara que el juego se volviera demasiado embarazoso para Corrine.
Rosalie se detuvo, considerando sus opciones. —¿Qué tal verdad o reto? El ganador le hace una pregunta al perdedor y, si se niega a responder, bebe tres botellas de cerveza como castigo.
Herbert suspiró para sus adentros, aliviado de que no fuera nada demasiado duro. —No tengo objeciones.
Miró a Moses y Zack, quienes asintieron con la cabeza. —¿Y tú, Hawk? —preguntó Herbert, volviendo la mirada hacia Hawk, que estaba sentado con las piernas cruzadas junto a Corrine—. ¿Te apuntas?
Hawk miró a Corrine, con una leve sonrisa en los labios. —Si ella juega, yo también —dijo con confianza.
Habiendo visto las habilidades de Corrine de primera mano y habiendo sido guiado por ella anteriormente, Hawk sabía que no le iría mal en este juego.
Rosalie, sin embargo, malinterpretó sus palabras.
Al ver la mirada de Hawk posarse en Corrine, una pizca de burla brilló en los ojos de Rosalie.
Así que su relación no era tan simple como parecía.
—¿Señorita Holland? —La voz de Rosalie era dulce, pero con un trasfondo desafiante—. ¿Empezamos?
Los labios de Corrine se curvaron en una sonrisa burlona. —Juguemos. Quizás mi suerte sea mejor que la suya, señorita Liam.
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