El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1190
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Capítulo 1190:
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Corrine se encontró con su mirada y leyó la intención que había detrás. La sutil hostilidad. La provocación.
En el momento en que sus ojos se cruzaron, Corrine captó la inconfundible hostilidad en la mirada de Rosalie y tuvo una vaga idea de lo que se estaba cociendo.
Sin perder el ritmo, los labios de Corrine se curvaron en una sonrisa brillante, casi burlona.
—¿Por qué no jugamos a algo sencillo, como a los dados?
—¿Estás segura? —Los ojos de Rosalie brillaron con una chispa de emoción que no pudo ocultar del todo.
Antes de que Corrine pudiera responder, Herbert intervino con un tono teñido de cautela. —Es el fuerte de Rosalie. Nunca ha perdido en este juego desde que era niña. Enfrentarse a ella es como lanzarse a las fauces de la derrota.
Al oír esto, Corrine arqueó una ceja y una chispa de diversión brilló en sus ojos.
¿Nunca ha perdido desde que era niña?
Bueno, Corrine tampoco había perdido nunca.
Al notar el silencio que se había creado, Rosalie habló rápidamente, con palabras que rezumaban falsa cortesía. —Herbert, la señorita Holland está visitando el Continente Independiente por primera vez. Sería apropiado mostrarle la hospitalidad local, ¿no crees? Ya que está tan ansiosa por jugar a los dados, estaremos encantados de complacerla…
Mientras hablaba, los ojos de Zack, ocultos tras sus gafas, se agudizaron con una silenciosa advertencia.
Conocía muy bien los trucos y las artimañas de su hermana.
Creía haberlo dejado claro antes, pero algo en el desafío descarado de Rosalie le parecía extraño. ¿Qué estaba pasando hoy? ¿Por qué intentaba atrapar a Corrine de forma tan descarada?
A Zack no le preocupaba que Rosalie le causara problemas a Corrine. Lo que realmente le inquietaba era que su hermana, en su exceso de confianza, pudiera arrepentirse de haber subestimado a Corrine. Desde que conoció a Corrine, Zack había observado una pauta: cualquiera que intentara ser más listo que ella acababa saliendo perdiendo.
Rosalie sonrió dulcemente, como para tranquilizar a Zack.
—Solo es un juego —dijo con suavidad, con una voz casi demasiado tranquila—. Es raro que nos reunamos todos así. Quién sabe cuándo volveremos a vernos. Un poco de competición amistosa antes de…
Separarnos, ganemos o perdamos, todo es por diversión. Y, además, la señorita Holland no me parece alguien que no pueda soportar una pequeña derrota.
Los labios de Corrine se curvaron en una leve sonrisa cómplice.
Al principio, Corrine solo había aceptado seguir la corriente, pero ver el entusiasmo palpable de Rosalie hizo que el juego le resultara aún más intrigante.
—Está bien —dijo Corrine, con tono ligero, pero con un matiz de tensión.
Rosalie, aliviada de que Corrine no se hubiera echado atrás, reprimió la oleada de emoción que brotó en su interior.
Había jugado a los dados con sus mayores desde que era pequeña y era tan hábil como una profesional experimentada.
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