El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1189
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Capítulo 1189:
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«No suelo hacer alarde de mis habilidades culinarias», dijo con una sonrisa mientras servía un plato. «Corrine, pruébalo y dime qué te parece».
Corrine aceptó el plato y probó un trozo. El condimento era perfecto, equilibrado pero sutil, lo que permitía que el sabor natural de la carne brillara. Masticó pensativamente antes de asentir. «No está mal».
A pocos metros de distancia, Hawk se recostó en su silla, con una botella de cerveza en la mano y la mirada fija en ella. «Normalmente odias esto, ¿verdad?», le preguntó.
No se equivocaba. Corrine siempre había detestado el olor del cordero y, en el pasado, se negaba a probarlo. Sin embargo, allí estaba, dando pequeños bocados deliberados.
Dejó el plato sobre la mesa y respondió en voz baja: «Puedo comer un poco».
La expresión de Hawk se ensombreció. Dejó la cerveza a un lado y, sin dudarlo, le quitó el plato. —No tienes por qué obligarte —dijo con voz firme—. ¿Desde cuándo te comprometes por los demás?
Siempre la habían tratado con cuidado, protegiéndola de cualquier incomodidad sin pensarlo dos veces. Si algo no le gustaba, lo evitaban. Durante más de un año, nadie había sugerido siquiera el cordero en sus reuniones.
Sin embargo, ahora era ella la que se adaptaba.
Eso no le gustaba nada.
El comentario aparentemente casual de Hawk no pasó desapercibido. Al otro lado del fuego, Rosalie agudizó la atención. Apretó los dedos alrededor de la lata de cerveza mientras daba un trago, con los ojos brillantes y llenos de desprecio velado.
Una seductora nata.
De Vulture a Hawk… ¿Quién más de la organización Red Flame se había visto envuelto con Corrine? Quizás todos.
Esa idea alimentó su desdén. Una mujer hermosa, con una figura impresionante, constantemente rodeada de hombres… Era obvio, ¿no? Tenía que ser del tipo que dependía de su encanto más que de su habilidad.
El alcohol nubló su razonamiento, haciendo que sus pensamientos se dispararan sin control.
La máscara fría y distante de Corrine era solo una actuación, nada más. Una actuación diseñada para engañar a quienes la rodeaban.
Rosalie clavó las uñas en el metal de la lata antes de golpearla contra la mesa con un fuerte ruido, rompiendo el murmullo de la conversación.
Todas las cabezas se giraron.
Se aclaró la garganta, fingiendo indiferencia. —Basta ya de estar aquí sentados. Hagamos algo divertido.
Moses se animó, ansioso por un cambio. —¿Qué tienes en mente? ¿Juegos de beber? ¿Dados?
Los labios de Rosalie se curvaron en una lenta sonrisa, casi de satisfacción. —Siempre jugamos a eso. Su tono tenía un aire desafiante, mezclado con algo que no decía.
Dirigió la mirada deliberadamente hacia Corrine. —Señorita Holland, ya que es su primera vez aquí, ¿por qué no sugiere algo? —preguntó con voz engañosamente suave.
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