El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1186
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Capítulo 1186:
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Nadie la detuvo. Mientras se alejaba, los que se quedaron intercambiaron miradas cómplices.
Era imposible ignorar a un hombre como Nate. Cualquier mujer se vería afectada de alguna manera. Rosalie no era una excepción.
Sin embargo, el comportamiento de Nate hacia Corrine tomó a Herbert un poco por sorpresa. Nunca había imaginado que Nate, precisamente él, fuera capaz de rebajarse solo para complacer a una mujer.
El amor tenía la capacidad de humillar incluso a los más orgullosos.
Rosalie entró en el baño con paso firme, el taconeo de sus zapatos resonando en el suelo de baldosas. Al mirar su reflejo, sintió un vacío en el pecho.
Siempre había sabido, de forma brutal, que estaba muy lejos de estar a la altura de Nate. Su origen, su estatus… no eran nada comparados con el mundo de él. Y, sin embargo, en contra de toda lógica, se había aferrado a la imposible esperanza de que el destino algún día le tuviera piedad.
Durante años, había mantenido su admiración por él tan profundamente enterrada que era como una segunda piel, sin atreverse nunca a dejarla escapar, aterrorizada de que alguien pudiera darse cuenta.
Se había convencido a sí misma de que observar desde la distancia era suficiente. Que mientras no se pasara de la raya, podría amarlo en secreto, en silencio, sin hacer daño a nadie.
Pero entonces había oído sus palabras. Y los celos, oscuros e insidiosos, se enroscaron en su corazón como una víbora, y su veneno se extendió por sus venas.
Rosalie respiró hondo, abrió el grifo y dejó que el agua helada le salpicara la cara.
El frío se le metió en la piel, drenando el poco color que le quedaba y dejándola con aspecto fantasmal, frágil, pero completamente destrozada.
Una sonrisa irónica y burlona se dibujó en sus labios mientras se miraba en el espejo.
Exhaló, tratando de calmarse. No había lugar para las emociones. No ahora.
Justo cuando se daba la vuelta para marcharse, unas voces apagadas llegaron desde el balcón.
Se quedó quieta. Esa voz… ¿era Corrine?
Rosalie dudó solo un instante antes de apretar los labios y acercarse con cautela a la pared.
—¿Cómo ha podido esa zorra de Leah tener tanta suerte y quedarse embarazada? —La voz de Karina, aguda por la indignación, resonó en el aire. En la pantalla del teléfono, su rostro se retorcía en una expresión apenas…
La rabia contenida deformaba la voz de Karina—. No solo ha salido de la cárcel, sino que he oído que Bruce y sus padres la adoran, ¡especialmente la madre de Bruce! Sí que saben cómo adaptarse a las circunstancias.
Cuando Leah fue enviada a prisión, la familia Burgess la había abandonado sin dudarlo. La familia Ashton, sin importarle lo más mínimo la opinión pública, se había apresurado a romper todos los lazos, solicitando el divorcio lo antes posible para mantener intacta su reputación.
¿Y ahora? Con Leah embarazada, no habían perdido el tiempo en volver a ganarse su confianza.
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