El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1175
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Capítulo 1175:
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El asistente se quedó en silencio.
Merrick se acercó a la ventana y se quedó mirando las montañas que se extendían a sus pies. Sus ojos brillaban con una luz oscura e indescifrable.
Sabía que la presencia de Corrine pronto agitaría las cosas.
Ella era la debilidad de Nate, pero también un arma afilada, capaz de romper la frágil paz que tanto les había costado mantener.
Si iba a amenazar esa paz, no podía permitir que se quedara.
Un destello frío y hostil brilló en los ojos de Merrick al llegar a esta conclusión.
Después del desayuno, Corrine y Nate abandonaron la finca.
Su coche se dirigió hacia la casa de la familia Foster.
Si no hubiera sido por los inesperados acontecimientos del día anterior, Corrine no habría tenido que hacer este viaje.
Quizás las preguntas que la atormentaban ya habrían sido respondidas.
El coche finalmente se detuvo frente a la residencia de los Foster.
Bajaron y Corrine le entregó al portero la pulsera que Jax le había dado antes.
El portero entró rápidamente para informar a la familia.
Cuando regresó, actuó con un respeto inusual. —Por favor, pasen.
Corrine asintió levemente y entró con Nate.
Un sirviente los condujo a una habitación.
En cuanto oyó los pasos en la puerta, Jax se levantó para recibirlos.
Jax saludó primero a Corrine con un gesto de la cabeza y luego se volvió hacia Nate con un respetuoso: «Señor Hopkins».
Nate respondió con un breve gesto de asentimiento.
Tomaron asiento a la mesa mientras Jax comenzaba a decantar con cuidado una botella de vino.
La habitación quedó sumida en un silencio tranquilo.
Corrine recorrió la habitación con la mirada, deteniéndose brevemente en el biombo con incrustaciones de jade que había detrás de Jax.
Bajó la mirada, ocultando sus pensamientos.
—Este vino es un regalo de un viejo amigo —dijo Jax, mirando el líquido rojo con un toque de nostalgia—. Lo he guardado durante más de veinte años y no quería compartirlo con nadie. Señorita Holland, su visita de hoy parece un golpe de suerte. Es una buena oportunidad para compartirlo.
Corrine sonrió cálidamente. —Gracias por su generosa hospitalidad, señor Foster.
Jax hizo un gesto con la mano para restarle importancia. —No hay necesidad de formalidades —dijo, deslizando una copa hacia ella y observándola atentamente.
Corrine tomó un sorbo, disfrutando del sabor suave y rico, y notó el sutil regusto que perduraba.
Era un sabor que solo el tiempo y una cuidadosa conservación podían crear.
—Este vino es realmente excepcional, suave y con un regusto duradero —dijo Corrine, ofreciéndole un regalo que había preparado con esmero—. Se lo traje para usted, señor Foster. Espero que sea de su agrado.
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