El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1172
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Capítulo 1172:
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Andrómaca, en particular, había sufrido las peores heridas.
Una bala le había atravesado el pecho, pasando a solo diez centímetros de su corazón. Tenía suerte de estar viva, pero ahora se encontraba en la UCI, bajo estrecha vigilancia.
Sin embargo, Ralph no se dejó engañar. Sabía que esos veinticinco centímetros no habían sido una casualidad.
Estaba claro que el ataque tenía como objetivo atormentar a Andrómaca.
Nate miró a su abuelo sin emoción y respondió fríamente: «Sigue viva, ¿no?».
Su tono despreocupado, tan distante e indiferente, era como una navaja cortando el aire, provocando miedo e incomodidad.
Ralph lo miró fijamente, con dureza. —Los han arrestado. Se enfrentarán a la justicia. ¿Qué ganas con llegar a tales extremos? Si presionas demasiado a alguien, acabará defendiéndose. ¡Es una verdad muy simple que deberías entender!
Nate soltó una risa ahogada. —No te preocupes, no la mataré.
—Ya ha sido castigada y encerrada. ¿No crees que es hora de mostrar un poco de piedad? —sugirió Ralph.
La expresión de Nate permaneció impasible, aunque en sus ojos brilló un destello de hostilidad. —¿Y dejar que se recupere y contraataque?
Ralph no supo qué responder.
Como padre, conocía a sus hijos mejor que nadie.
Andrómaca siempre había sido mimada y ambiciosa, pero Ralph nunca esperó que luchara por el puesto de cabeza de familia.
Pensó que sus fracasos pasados le habrían enseñado algo, pero, en cambio, la hicieron más audaz y temeraria.
Incluso ordenó a sus aliados que atacaran a Corrine.
Al final, solo podía culparse a sí misma.
El tiempo había ablandado el corazón de Ralph. Ya no era tan severo como antes. Ahora, lo único que quería era que sus hijos estuvieran a salvo y que no se produjeran más desastres.
Pero cuanto más intentaba mantener la paz, peor se ponían las cosas.
La fría mirada de Nate se cruzó con la de Ralph. —Mientras aprenda de esto, no le quitaré la vida. No tienes por qué preocuparte.
Ralph exhaló profundamente y se quedó en silencio.
Miró a Corrine, que estaba comiendo en el comedor, y entrecerró los ojos. —¿Hablas en serio con ella?
—Yo la traje aquí, ¿no? ¿Te parece que estoy bromeando? —Nate arqueó una ceja, con una chispa salvaje en la mirada.
—Pero aún no le has dado un estatus adecuado —señaló Ralph, con una mirada cargada de significado—. Hay líneas que no se deben cruzar. Una muerte accidental sería muy perjudicial para ambos.
Nate se quedó de pie junto a la barandilla de madera, con una mano en el bolsillo, observando a los peces nadar en el estanque. —Sé lo que hago —respondió con calma.
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