El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1171
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Capítulo 1171:
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—Prueba esto —sugirió Nate, llevándole un trozo de tarta a los labios.
Corrine lo miró y aceptó el bocado con refinada elegancia.
Desde la distancia, Saul y Mandy sintieron una repentina necesidad de apartar la mirada.
En ese momento, se oyeron pasos en la entrada del patio.
Saul y Mandy levantaron la vista y vieron a Ralph entrar con expresión severa y paso rápido.
Los dos intercambiaron una mirada cómplice.
—Señor Hopkins —lo saludaron respetuosamente, colocándose sutilmente para bloquear la entrada.
Sus voces eran mesuradas y su saludo sirvió como una señal discreta para Nate.
Ralph se dio cuenta de su maniobra y sus ojos brillaron con desdén.
—¡Apartáos! —ordenó.
Saul y Mandy se mantuvieron firmes, sin vacilar en su postura.
Como principales ayudantes de Nate, su lealtad era solo hacia sus órdenes.
Solo cuando Nate les dio una orden desde atrás, se hicieron a un lado, dejando pasar a Ralph.
Este entró en la sala con fría determinación.
Al ver a Nate y Corrine en el comedor, Ralph entrecerró ligeramente los ojos, traicionando un destello de emoción.
Inspiró profundamente y, con la voz aún teñida de ira, le espetó a Nate: —¡Ven aquí! ¡Tengo que hablar contigo!
Nate intercambió una rápida mirada con Corrine antes de dejar el tenedor y levantarse para seguir a Ralph.
Los dos hombres se dirigieron al jardín, donde Ralph se detuvo y se volvió hacia Nate con una mirada penetrante.
La expresión de Nate era indescifrable, con el cuello de la camisa ligeramente desabrochado, lo que insinuaba una ferocidad subyacente que inspiraba respeto y autoridad.
Su presencia silenciosa e imponente era inflexible y resuelta, sin mostrar vacilación alguna.
Esos rasgos eran esenciales para un líder formidable de la familia Hopkins.
Sin embargo, Ralph no había previsto que la actitud gélida de Nate se extendiera incluso a sus parientes más cercanos.
En el pasado, Ralph había sido capaz de mantener a Nate bajo control, pero ahora veía que el chico había madurado. Si lo presionaba demasiado, las cosas saldrían mal.
Respiró lenta y profundamente, tratando de calmar la ira que bullía en su interior. Sin embargo, su voz aún conservaba rastros de furia. —¿Has sido tú?
Esa misma mañana se había enterado de que Andrómaca y Darrion habían sido atacados durante su traslado.
Los agentes estaban bien. Las balas parecían haberlos esquivado a propósito.
Pero Andrómaca y Darrion no habían tenido tanta suerte.
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