El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1157
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Capítulo 1157:
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La mirada de Nate, oscura y penetrante, se fijó en ella con intensidad. —¿Crees que eso me importa? —preguntó en voz baja.
—Puede que a ti no te importe —dijo Corrine, tomándole la mano entre las suyas, con los ojos ardientes de determinación—, pero a mí sí. No puedo cambiar el pasado, pero ahora que estoy aquí, ¿cómo voy a quedarme de brazos cruzados viendo cómo te difaman?
Tras una pausa, continuó: «Me trajiste al Continente Independiente, donde no soy más que una debilidad que los demás creen que pueden utilizar en tu contra. Pero no soy solo un lastre. Puedo ser tu escudo».
En tiempos de paz, Corrine podía acurrucarse contra el pecho de Nate y compartir su alegría. En tiempos de conflicto, podía ser su aliada más fiel y proteger sus victorias.
La expresión de Nate se endureció y sus ojos reflejaron una profundidad tormentosa. —Deberías confiar en mí —dijo con severidad.
Para él, la reputación y la opinión de los demás importaban poco. Corrine era su principal preocupación.
Corrine apretó los labios y tiró suavemente de su mano. —Te prometo que la próxima vez…
Antes de que pudiera terminar, Nate la atrajo hacia sí, rodeándole la cintura con un brazo y levantándole la barbilla con la otra mano. Su aura fría le cortó la respiración a Corrine.
El familiar aroma a madera de su colonia le oprimía el corazón.
Nate entrecerró los ojos, con el rostro a pocos centímetros del de ella, y su aliento frío le rozó la piel. —¿Quieres que haya una próxima vez? —preguntó, con una voz que rompió la tensión.
Corrine sabía que había muchas estrategias para derrotar a Andrómaca, pero había elegido autolesionarse.
¿Qué valor le daba a su propia vida?
Si la policía no hubiera estado allí, la bala habría hecho algo más que rozar el hombro de Andrómaca.
Al sentir la furia palpable de Nate, Corrine intuyó que esta vez era diferente.
Su mirada era de rabia destructiva, la de un demonio infernal en un camino sembrado de huesos.
Corrine apretó los dedos. —Yo… no tenía otra opción —tartamudeó.
—¡Ja! —La risa despectiva de Nate le hizo estremecerse—. Siempre tienes excusas, Corrine. Me has decepcionado mucho. —Con esas palabras, se dio la vuelta y se marchó.
Corrine extendió la mano y sus dedos rozaron el aire donde antes estaba la manga de él.
Suspiró suavemente, sola.
Su ira era diferente a todo lo que había visto antes.
Corrine, cautelosa por naturaleza, solo actuaba cuando estaba absolutamente segura. Nunca arriesgaría todo sin esa certeza.
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