El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1125
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Capítulo 1125:
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Mandy, sentada en la primera fila, tomó la palabra. —En el calabozo.
Corrine asintió brevemente y luego dirigió su atención a Nate. —Karina mencionó que escuchó a Darrion hablando con Andrómaca mientras estaba cautiva. Teniendo en cuenta la movilidad limitada de Darrion y los recursos necesarios para fabricar explosivos, Andrómaca debe haber estado involucrada.
Preguntó: «¿De verdad no hubo víctimas cuando Presley asaltó la casa?». Si el asalto era el único problema, eso no explicaba por qué Darrion albergaba un odio tan profundo. Parecía dispuesto a morir junto a Nate.
Era evidente que no tenía intención de seguir con vida.
Nate la miró con frialdad. —Los padres de Darrion tomaron veneno mientras eran interrogados. El informe forense confirmó que se trataba de envenenamiento por cianuro. Incluso una pequeña cantidad de cianuro puede matar en cuestión de minutos.
El veneno era indudablemente letal.
Si hubieran muerto bajo custodia, podría haberse considerado un suicidio motivado por la culpa. Pero ¿quitarse la vida durante un interrogatorio? Eso planteaba serias dudas. Quizás no fue un suicidio, quizás alguien los silenció.
Corrine apretó los labios hasta formar una línea fina. Un destello frío brilló en sus ojos.
—¿Cómo tuvieron la oportunidad de tomar veneno mientras eran interrogados?
—La investigación interna culpó a dos agentes por descuido.
Corrine esbozó una sonrisa burlona.
Qué excusa tan débil.
Eso solo la convenció aún más: los padres de Darrion no habían muerto por accidente. Alguien se había asegurado de ello.
El coche pasó por la verja y entró en los terrenos de la finca Hopkins.
Salieron uno por uno.
Sin dudarlo, Corrine deslizó el brazo bajo el de Nate, con los ojos brillantes.
—¿Estarán aquí hoy todos los jefes de las familias importantes?
Nate arqueó una ceja. —¿Por qué? ¿Tienes algo en mente?
—¿Me das permiso? —Corrine lo miró a los ojos.
Nate no dijo nada, la estudió un momento antes de volverse hacia Presley.
—Trae a Darrion a la finca.
Presley asintió con un gesto seco. —Sí, señor.
Caminaron hacia el edificio principal, con el brazo de Nate rodeando la delgada cintura de ella. Mientras avanzaban, él se inclinó y le susurró: —Cualquiera que lleve un brazalete es uno de los nuestros.
Corrine esbozó una sonrisa burlona. —Qué considerado por parte de mi prometido.
La expresión de Nate se suavizó y sus ojos brillaron con ternura. —Ni se me ocurriría decepcionar a mi futura esposa.
Su voz era suave, llena de afecto silencioso. —Los miembros de la rama principal están descansando en el Salón de Invierno.
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