El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1116
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Capítulo 1116:
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Nate le agarró la mano en medio del movimiento, con un agarre firme pero no forzado. Se acercó más, borrando el espacio entre ellos, presionándola contra su sólido cuerpo. Su mirada profunda e indescifrable se clavó en la de ella, fría y con un brillo ardiente. «¿Por qué has actuado por tu cuenta?».
«No quería distraerte», murmuró ella, deslizando el brazo alrededor de su hombro. «Esta reunión familiar es importante para ti. No quería molestarte con algo trivial».
No quería ser una carga. Más que eso, se negaba a ser utilizada en su contra.
La expresión de Nate se endureció. Ese razonamiento no era aceptable para él. Sus dedos trazaron la curva de su mandíbula mientras murmuraba: —Corrine, significas más para mí que nada.
—Lo sé —susurró ella—, pero mi presencia ya te ha causado suficientes problemas. Yo…
Antes de que pudiera terminar, él la silenció de la única manera que sabía.
Deslizó una mano por la nuca de ella, sujetándola en su sitio, mientras con la otra le agarraba la barbilla, sin dejarle espacio para apartarse. No fue solo un beso. Fue una reivindicación, cruda y posesiva, con su aliento mezclándose con el de ella como si pudiera consumir por completo su vacilación.
Corrine apretó los dedos alrededor de su cuello, sin aliento en un solo latido.
Justo cuando la intensidad se volvió demasiado intensa, justo cuando pensó que podría ahogarse en él, sus labios se suavizaron. El fuego de su tacto se derritió en algo fluido, algo dolorosamente tierno. Una caricia. Como agua de manantial.
De alguna manera, esa delicadeza la desarmó más que el fervor.
Cuando finalmente se apartó, Corrine se desplomó contra su hombro, sin aliento. Un delicado rubor se extendió por sus mejillas, sus labios ligeramente entreabiertos como si aún sintieran el recuerdo de su tacto. Sus ojos vidriosos brillaban, con lágrimas sin derramar aferrándose a sus pestañas, convirtiendo su mirada en algo absolutamente cautivador.
Nate rozó su mejilla con los nudillos, pasando el pulgar por la comisura de su ojo. —Deja que se vaya con Moses esta noche.
Era solo una sugerencia, pero Corrine percibió el significado implícito.
Apretó los labios antes de negar con la cabeza. —No es posible. Karina no estaba en condiciones de quedarse con Moses, no después de todo lo que había pasado.
Sus ojos buscaron los de Nate, y sus dedos trazaron el sutil pliegue entre sus cejas. —Karina fue secuestrada por mi culpa. No conoce este lugar y todavía está conmocionada. No puedo dejarla ir con otra persona.
Aunque Karina no dijera nada, aunque ocultara su miedo tras una fachada de fortaleza, Corrine podía ver la verdad.
—Necesita a alguien en quien confíe. Alguien que la entienda.
Se produjo un momento de silencio entre ellos antes de que Nate exhalara, esbozando una leve sonrisa. —Siempre tienes tus razones, ¿verdad?
Le pellizcó suavemente la oreja. —Pero dime, ¿tu prometido no se merece también un poco de apoyo emocional?
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