El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1115
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Capítulo 1115:
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Su mirada se dirigió hacia Vulture y Hawk, que permanecían cerca de la mesa del comedor. Una sonrisa burlona se dibujó en sus labios. —¿No tenéis nada que decir?
Vulture y Hawk intercambiaron una mirada, tomados por sorpresa.
Con un giro perezoso de su teléfono, Vulture dio un paso adelante. —¿Qué es exactamente lo que quieres saber?
Zack le lanzó un cigarrillo. —Todo.
Vulture lo atrapó con facilidad, se lo llevó a la nariz e inhaló el aroma antes de lanzarle a Zack una sonrisa cómplice.
Arriba, en el dormitorio en penumbra, Karina seguía a Corrine como una sombra perdida.
Corrine suspiró, pero no dijo nada.
Se movía con facilidad, preparando el baño y comprobando la temperatura del agua antes de volverse hacia Karina. —El baño está listo. Tómate tu tiempo. Te buscaré ropa limpia.
Karina asintió distraídamente.
Justo cuando Corrine se daba la vuelta para marcharse, Karina instintivamente extendió la mano y la agarró de la muñeca. —Tú… no te vas a ir, ¿verdad?
Corrine bajó la mirada hacia su mano y la apretó suavemente. —No me voy a ir.
—Vale. —El alivio inundó el rostro de Karina. Respiró hondo y se dirigió hacia el cuarto de baño, aunque no dejaba de mirar atrás, como para asegurarse de que Corrine seguía allí.
Karina, la única hija de la prestigiosa familia Brooks de Lyhaton, criada en el lujo y adorada por todos, nunca había vivido algo tan angustioso como ser secuestrada.
Nadie sabía cómo había soportado aquellas horas en cautiverio.
Al pensarlo, Corrine se sintió culpable.
Si no fuera por ella, Karina no se habría visto envuelta en aquello. No habría sido empujada a ese mundo de violencia y peligro.
Apartando esos pensamientos, Corrine se acercó al armario y eligió con cuidado un conjunto de ropa cómoda.
Una vez que lo tuvo todo listo, decidió ir a la cocina a preparar algo caliente para su amiga.
Pero en cuanto salió de la habitación y puso un pie en el pasillo, chocó con algo sólido: un pecho firme.
Antes de que pudiera reaccionar, un brazo fuerte la rodeó por la cintura, sujetándola con facilidad.
Se encontró presionada contra la pared, con la mano apoyada en su espalda para asegurarse de que no se hiciera daño.
Levantó la vista hacia el hombre que la sostenía. El resplandor dorado de la luz del pasillo suavizaba los rasgos afilados de su rostro, dando un aire casi amable a su actitud, por lo demás distante.
—¿Qué te trae por aquí arriba? —La voz de Corrine era suave, su mirada tierna mientras levantaba una mano y deslizaba los dedos por la mandíbula de Nate antes de desabrocharle con destreza el primer botón de la camisa.
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