El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 109
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Capítulo 109:
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«¿Cómo puedes dejarle el vestido? ¿No sabes que esos dos planean anunciar su compromiso?». En el mundo de Karina, la mejor venganza era negarle a Leah lo que más quería. Prefería hacer pedazos el vestido antes que dejar que aquella intrigante se lo llevara.
Pero Corrine tenía otra perspectiva. Destruir el vestido no serviría de nada, sólo le costaría caro. ¿Hacer que Leah pagara por él? Esa sí que era una forma más dulce de justicia.
«Ya que el señor Ashton está tan dispuesto a abrir su cartera por la sonrisa de una dama, ¿quién soy yo para negarme?». Corrine respondió con frialdad, arqueando una ceja mientras una sonrisa socarrona se dibujaba en sus labios. Su voz destilaba ironía.
«¿O lo está reconsiderando, Sr. Ashton?» Ella conocía bien el orgullo de Bruce. Un hombre tan acostumbrado a la admiración nunca toleraría ser cuestionado, especialmente no públicamente.
La expresión de Bruce se endureció, un destello de escarcha en sus rasgos afilados mientras la miraba fijamente.
Corrine no se inmutó. En cambio, su tono se volvió afilado como una cuchilla.
«Estabas tan seguro de ti mismo antes, pero ahora dudas. Me hace preguntarme si tu llamado ‘amor verdadero’ tiene algún valor real para ti».
«¡Cinco millones!» tartamudeó Rita, el escandaloso precio la golpeó como una bofetada.
Su rostro enrojeció de furia y se volvió contra Corrine.
«¿Estás loco? ¿Cinco millones por un vestido? ¿Por qué no robas un banco ya que estás?»
Corrine soltó una leve risita, con aire divertido en su respuesta.
«¿No es esta una forma más civilizada de tomar su dinero? Entonces, ¿qué va a ser, Sr. Ashton? ¿Está dentro o fuera?»
La mandíbula de Bruce se tensó, la tensión evidente, mientras sacaba en silencio su tarjeta bancaria.
Los labios de Karina se curvaron hacia arriba en señal de triunfo, mientras asentía con la cabeza a un empleado cercano, que rápidamente cogió la tarjeta para procesarla.
«Es usted realmente generoso, señor Ashton», dijo Corrine, con un tono cargado de ironía. Hizo una breve pausa, como si estuviera saboreando sus palabras, y luego añadió con una leve sonrisa: «Permítanme felicitarles por adelantado, deseándoles toda una vida de felicidad».
Karina reprimió un bufido ante la supuesta bendición, un pensamiento sarcástico burbujeando en su mente. Una combinación perfecta de engaño y traición, que dure para siempre.
Viendo a Bruce y Leah desde la distancia, parecía el sentimiento perfecto para ellos. Una serpiente y un zorro, qué pareja tan apropiada.
Cuando terminó la transacción, Bruce no pudo evitar mirar a Corrine por última vez. No se había movido de su sitio y permanecía erguida con una compostura inquebrantable. Había en ella una elegancia silenciosa que exigía respeto desde lejos, una gracia que no flaqueaba bajo presión.
Era irónico. Cuando se separaron, Bruce había temido que ella se aferrara a él. Sin embargo, después de su ruptura, ella no había mostrado ni una pizca de vacilación o arrepentimiento. Debería haberse sentido aliviado. En cambio, un vacío inexplicable lo carcomía.
Leah se percató de su persistente mirada y apretó con más fuerza su brazo, formando un delicado mohín en sus labios.
«Bruce, gracias por todo lo que has hecho por mí. Me has hecho tan feliz».
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