El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1084
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Capítulo 1084:
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«Abramos». La fría voz de Nate rompió el silencio y la multitud exhaló al unísono.
Se levantó, apartó la cortina y salió de la habitación. Con una mano en el bolsillo y la otra apoyada casualmente en la barandilla de madera, irradiaba calma y tranquilidad. Su presencia era imponente. Sin decir una palabra, un aire de autoridad lo rodeaba, atrayendo la atención de todos.
Cuando el cortador hizo la primera incisión, la piedra comenzó a revelar su impresionante belleza.
«¡Mirad! ¡Es de un verde brillante!».
El grito hizo que todas las miradas se dirigieran inmediatamente hacia la piedra. La gente se agolpó, ansiosa por ver el verde vibrante que emergía del corte.
«Si es todo verde, ¡podría valer lo que piden!».
«No os precipitéis. Esto es solo el primer corte. El segundo revelará su verdadero valor».
«Es cierto, el primer corte puede parecer bueno, pero el segundo podría no revelar nada».
Los susurros continuaron, pero Nate no les prestó atención. Simplemente dijo: «Continúa».
El tallador asintió y realizó con cuidado el segundo corte. Todos contuvieron la respiración y observaron atentamente.
La sala quedó en un silencio sepulcral bajo la luz.
La capa exterior de la piedra era de un verde brillante, fina pero transparente. En el interior, había jadeíta de calidad similar al cristal, pura, impecable, con patrones de copos de nieve. Lo que más sorprendió a todos fue el tono púrpura impecable. Era un violeta auténtico, el color más raro y codiciado en la jadeíta.
Entre la multitud, el rostro de un experto en gemas se transformó, sus ojos parpadearon con sorpresa y preguntó con voz tensa: «¿Podría ser el legendario Cristal Rosado del Amanecer?».
La piedra de color violeta puro era tan rara como muy codiciada. El Cristal Rosado del Amanecer era la jadeíta violeta más fina, transparente como el hielo, con motivos florales verdes, lo que la convertía en la más preciada de todas las jadeitas violetas.
Alguien entre la multitud, rebosante de emoción, agarró a su vecino con el rostro enrojecido. «¡Rápido, llamad al tasador!».
¡Era el Cristal Rosado del Amanecer! No tenía precio, era un tesoro único.
Cuando el tasador lo confirmó, la sala estalló de emoción. Los que estaban medio dormidos se despertaron de golpe, rebosantes de energía. Algunos se arrepintieron de no haber pujado, aunque eso significara arruinarse.
—Nate, tu prometida se vuelve más intrigante cada día —comentó Herbert de repente, apareciendo en la sala privada de Nate. Con un cigarrillo en la mano, Herbert observaba a la multitud que se agolpaba abajo. A diferencia de los demás, Nate permanecía imperturbable.
Era como si nada de esto le importara. Ya fuera que perdiera seis millones o sesenta millones, Nate no habría pestañeado. Ahora, con una ganancia diez veces mayor, su actitud tranquila solo aumentaba su misterio.
Para Nate, no se trataba del valor de la piedra. Lo que importaba era que Corrine estaba interesada en ella.
Al darse cuenta de la mirada fija de Nate en Corrine, Herbert habló. —No sabías que tenía ese talento, ¿verdad?
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