El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1077
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Capítulo 1077:
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En el estudio del Gran Palacio, Nate estaba sentado en una silla, sosteniendo una tarjeta de invitación negra con relieve dorado.
En el centro de la tarjeta había un iris impreso, cuyos pétalos parecían florecer al cambiar la luz.
La voz de Herbert se escuchó a través del teléfono. «De repente fuiste tras las ramas colaterales y ahora la gente está hablando. Siempre los has ignorado, pero ahora estás dispuesto a llegar a extremos por una mujer. ¿No es un poco imprudente?».
Herbert no estaba expresando simpatía por los miembros de la rama colateral.
Simplemente ofrecía una perspectiva clara y distanciada.
Todo el mundo conocía la realidad de la familia Hopkins.
Era un mundo brutal en el que la gente podía desaparecer sin dejar rastro. Cuanto más demostraba Nate que se preocupaba por Corrine, más peligro atraería ella.
Al acabar con una rama por ella, era solo cuestión de tiempo que la verdad saliera a la luz.
Una vez que eso ocurriera, Corrine se enfrentaría a una oleada aún mayor de amenazas mortales.
Muchos miembros de la familia Hopkins odiaban a Nate, incluido su propio padre. Querían eliminarlo, pero temían sus métodos, por lo que mantenían sus emociones a raya.
Pero Corrine, la única mujer a su lado y la que había conquistado el corazón de Nate, estaba destinada a convertirse en un objetivo.
—Te sugiero que te alejes de ella —dijo Herbert con seriedad—. Aunque la quieras, intenta contenerte. Esta vez has cortado una rama por ella. ¿Y la próxima vez? No puedes destruirlo todo cada vez que alguien intenta matarla, ¿no?
Nate dejó la tarjeta de invitación sobre la mesa y dio unos golpecitos con los dedos sobre la superficie. —¿Por qué no? —respondió con indiferencia.
Herbert se quedó en silencio al otro lado de la línea, como si sus palabras hubieran sido ignoradas.
—Olvídalo —suspiró Herbert, dándose cuenta de que no tenía sentido continuar.
—Hay un evento en Moonlight Plaza esta noche. ¿Quieres venir?
—Ya veremos.
Después de colgar, Nate miró la invitación sobre la mesa. Dudó un momento, luego la tomó y salió del estudio.
En la cocina, Corrine estaba exprimiendo zumo. Cuando oyó sus pasos familiares detrás de ella, le entregó una taza. —Toma, pruébalo. ¿Qué tal está?
Nate miró el líquido rosa pálido, frunciendo ligeramente el ceño.
Le cogió la mano y se llevó la taza a los labios para dar un sorbo.
El suave aroma de las rosas se mezclaba con el aroma fresco de la fruta, creando un sabor único.
Aunque no era muy aficionado a los dulces, no le desagradaba. —¿Qué tal está? —preguntó Corrine, observándolo atentamente, nerviosa por no perderse ninguna reacción—. ¿Demasiado dulce?
Tomó un sorbo de la misma taza.
Era dulce, pero no empalagoso.
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