El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1071
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Capítulo 1071:
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Se oyó un chasquido seco. El brazo del atacante se retorció en un ángulo antinatural.
Durante un segundo, el hombre se quedó rígido. Entonces, un grito de dolor se le escapó de la garganta.
Nate arqueó una ceja, con una expresión de diversión en el rostro.
Otra muestra de sus técnicas de combate lineales.
Una vez podría ser suerte. ¿Pero dos?
Corrine tenía mucho más en la manga de lo que él esperaba.
—Como dama refinada, ¿no deberías estar observando desde un lado? —sugirió Nate. Se puso de pie y le colocó un mechón de pelo suelto detrás de la oreja.
A Corrine le hubiera encantado sentarse y disfrutar del espectáculo, pero los atacantes tenían otros planes. Seguían atacándola.
Cuando otro se abalanzó sobre ella, dejó escapar un suspiro, más molesta que alarmada. Con un rápido movimiento del dedo del pie, lanzó un largo cuchillo al aire y lo atrapó con facilidad.
El agresor atacó con rapidez. Ella reaccionó con la misma rapidez, levantando su espada para enfrentarse a él.
El metal chocó y las chispas brillaron en la penumbra.
Apretando el puño, giró y clavó la empuñadura directamente en la sien del hombre.
Más enemigos se abalanzaron sobre ella, en oleadas implacables. La villa, antes tranquila, se había convertido en un campo de batalla.
El olor acre de la sangre impregnaba el aire. Corrine recorrió con la mirada el campo de batalla y sintió un gran alivio al ver que Nate seguía en pie, ileso.
Entonces sus ojos se posaron en Mandy. Estaba luchando, superada en número. Sin dudarlo, Corrine lanzó el cuchillo largo en su dirección. —¡Cuidado!
Mandy dudó una fracción de segundo, pero atrapó el arma con facilidad. La determinación brilló en sus ojos.
—Te lo agradezco —dijo, pasando los dedos por la hoja—. ¿Vamos todos a la vez o por turnos?
Los enemigos intercambiaron miradas antes de ajustar su estrategia. Se acercaron en grupos compactos de tres.
Corrine vio un hueco en su formación y se abalanzó hacia Nate. Apenas había dado un paso cuando otra oleada se abalanzó sobre ella, bloqueándole el paso.
Su paciencia se agotaba. Sus ataques se volvieron más agudos, más contundentes.
A poca distancia, Saul observaba, completamente hipnotizado. Se le cortó la respiración cuando ella clavó un codazo brutal en las costillas de un enemigo, que cayó al suelo retorciéndose de dolor.
Saul se estremeció, sintiendo el impacto como si le hubiera golpeado a él. En ese mismo instante, hizo una promesa en silencio: nunca volvería a subestimar a una mujer.
Tras derribar a su oponente, Corrine instintivamente escudriñó el campo de batalla, buscando rápidamente a Nate con la mirada.
Lo encontró de pie junto a un atacante arrodillado, con expresión gélida y presencia imponente.
Sin pensarlo dos veces, agarró al hombre por la mandíbula y le dio un fuerte giro. El cuerpo se desplomó, inmóvil.
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