El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 107
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 107:
🍙🍙🍙🍙🍙
La palabra traición cayó como una bofetada. Leah se estremeció, su compostura se resquebrajó bajo el peso de la acusación.
Aunque antes había tardado en comprender la animosidad, las palabras de Karina no dejaban lugar a dudas: no se trataba de un malentendido.
Cuando Karina giró sobre sus talones y empezó a alejarse, sonó la voz de Leah, cargada de furia y humillación.
«Señorita, no he hecho nada para provocarla. Vine aquí sinceramente, con la intención de comprar un vestido. Sin embargo, usted decide humillarme de esta manera. ¿No cree que eso es ir demasiado lejos?»
Karina se detuvo a mitad de la escalera, con la mirada fija en Leah.
«¿De verdad nunca te has entrometido en la relación de otra persona? ¿Nunca has ido detrás del prometido de otra mujer? Sólo estoy exponiendo los hechos. ¿Cómo te humilla eso?» Su tono era tan frío como sus pasos medidos.
«Tú…» El pecho de Leah subió y bajó rápidamente, su dedo temblando mientras señalaba a Karina, su ira ahogando sus palabras.
En ese momento, la puerta se abrió y Bruce entró a grandes zancadas, dominando la habitación con su presencia.
«¿Por qué tardas tanto en decidirte?» Su voz tenía un deje de impaciencia.
«¡Bruce, esta mujer es demasiado!» sonó la voz de Rita, chillona e indignada. Como si hubiera encontrado un salvavidas, corrió a su lado, exagerando las palabras de Karina.
«¡Insultó a Leah! ¡Tienes que hacer algo!»
Bruce frunció el ceño y entrecerró los ojos al mirar a Karina.
«¿Por qué eres tú otra vez?» Su tono estaba cargado de irritación.
«Siempre es un placer, señor Ashton», respondió Karina, curvando los labios en una sonrisa burlona. El desafío en su mirada era inconfundible.
Los ojos de Leah parpadearon entre Bruce y Karina, y la sospecha se apoderó de su voz. De repente, recordó haber visto a aquella mujer en la sala de Corrine el otro día. Era la antigua inversora que había retirado su inversión del Grupo Ashton.
Bruce cogió la mano de Leah con firmeza.
«Vamos a ver otra tienda». Su tono no dejaba lugar a discusiones.
«¡No!» Intervino Rita, alzando la voz.
«A Leah le encanta este vestido, ¡y le quedaría absolutamente impresionante! Sería una pena dejarlo pasar. ¿No quieres que se vea hermosa como tu prometida?»
«¡Ya basta!» espetó Bruce, con la mirada clavada en Rita. Su paciencia se estaba agotando y su tono estaba irritado.
Rita hizo un mohín, cruzándose de brazos mientras murmuraba en voz baja: «Ese vestido es perfecto para Leah. No me equivocaba».
«Está bien», dijo Leah suavemente, apretando la mano de Bruce. Su tono era calmado y tranquilizador, aunque sus ojos se detuvieron con nostalgia en el vestido de la vitrina.
«Es sólo un vestido. Podemos encontrar otra cosa, algo mejor».
A pesar de sus amables palabras, el pesar en su voz era evidente, y Bruce sintió una punzada de culpabilidad apretándole el pecho. Miró a Leah, su expresión se suavizó y le dio un apretón tranquilizador en la mano.
De pie en la escalera de caracol, Karina inclinó ligeramente la cabeza, con una sonrisa burlona en los labios.
.
.
.