El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1062
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Capítulo 1062:
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Pero ella entendía por qué Nate lo había mantenido todo en secreto.
El orgullo de un hombre nunca le permitiría admitir fácilmente las muchas situaciones peligrosas que había superado.
Al notar el silencio de Corrine, Mandy supuso que estaba asustada, y una pequeña sonrisa burlona se dibujó en su rostro.
Así que Corrine era solo una joven mimada que solo se preocupaba por sí misma. ¿De verdad pensaba que convertirse en la esposa de Nate sería un camino de rosas?
«Desde que te trajo de vuelta, las ramas colaterales han estado moviendo ficha. Está claro que te has convertido en su objetivo. Este accidente de coche solo ha sido el principio. Se avecinan cosas peores y me temo que no podrás protegerte».
Corrine soltó una carcajada al oír esto. «Es halagador que piensen que merezco tanto esfuerzo».
Mandy miró a Corrine con sorpresa.
No era la reacción que esperaba.
Con Nate rodeado de peligro, cualquiera habría corrido instintivamente en busca de refugio.
Pero ¿por qué Corrine estaba tan tranquila?
—¿No tienes miedo? —preguntó Mandy sin pensar.
—¿Miedo de qué? Yo afronto los retos de frente —respondió Corrine con calma—. Además, aunque tuviera miedo, ¿crees que me dejarían marchar?
Mandy se quedó en silencio al oír esto.
Entendió que si Corrine mostraba miedo, aquellos hombres no la dejarían marchar, sino que se volverían aún más agresivos.
Pero ahora no conseguía entender a la mujer que tenía delante. En el pasado, todas las mujeres que se acercaban a Nate solo soñaban con riqueza y poder. Mandy había dado por sentado que Corrine era igual.
Ahora, a los ojos de Mandy, la lealtad de Corrine hacia Nate parecía solo una máscara para ocultar sus propias ambiciones.
La isla estaba completamente protegida, lo que les daba libertad para pasear sin que nadie los viera ni les prestara atención.
Corrine contempló el vasto océano azul y sintió el impulso de divertirse un poco.
Se quitó los tacones, se levantó el vestido y se metió en el agua. Las olas frías y la arena sedosa le provocaron una agradable sensación en todo el cuerpo. Desde los pies hasta el pecho, algo se agitó en su interior.
—¿Lo estás pasando bien? —La voz de Nate llegó desde atrás.
Se giró rápidamente. Él estaba de pie en la orilla, su figura brillando a la luz.
El sol resplandecía detrás de él, su brillo suavizado por su alta y firme figura. Su sombra se extendía hacia ella.
Sus ojos oscuros reflejaban una tierna tranquilidad, un mensaje silencioso que solo ella podía entender.
Extendió una mano hacia ella, como si le ofreciera algo más que un momento, tal vez toda una vida.
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