El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1049
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Capítulo 1049:
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Después de enterarse de dónde estaba Corrine por el Llanero Solitario, se había apresurado a ir allí con Hawk, con la intención de salvarla. No se había imaginado que Nate fuera su prometido.
Corrine podría haber estado con cualquiera, pero había elegido a Nate. ¡Todo era un desastre!
Corrine, con sus tacones altos, casi tuvo que correr para seguir el paso de Nate, que la arrastraba.
Entraron en la habitación del hotel que les habían preparado.
La puerta se cerró detrás de ellos y, antes de que ella pudiera siquiera mirar a su alrededor, una sombra se cernió sobre ella.
Entonces, Nate la besó con urgencia.
Su presencia la rodeaba como una pesada red, apretándola cada vez más sin dejarle escapatoria.
El beso fue salvaje, como si él intentara consumirla por completo. Corrine estaba presionada contra la puerta, atrapada sin salida, como una frágil flor atrapada en una tormenta.
Cuando el beso finalmente terminó, sus labios hinchados y manchados de pintalabios tenían un aspecto lastimoso.
Sus ojos brillantes se nublaron con un suave encanto inconsciente en las comisuras.
Nate le limpió suavemente el pintalabios de los labios y la barbilla con los dedos.
Su nuez se movió mientras su mirada se oscurecía y se intensificaba.
Corrine empezó a hablar, pero Nate la silenció con otro beso. Corrine estaba un poco confundida. ¿Por qué sus celos solo se intensificaban después de proponerle matrimonio? ¿Era realmente tan inseguro?
Por lo que sabía, cuanto más se resistía, más enérgico se volvía Nate.
Así que, dividida entre luchar y ceder, decidió calmarlo.
Sus brazos se deslizaron alrededor de la cintura de Nate, y sus manos acariciaron suavemente su espalda, como si estuviera tranquilizando a un cachorro ansioso.
Solo cuando Corrine sintió la lengua entumecida y jadeó en busca de aire, él finalmente se apartó. Ella lo miró con expresión lastimera y susurró: —Nate, me duele la boca.
Su tono juguetón, mientras enterraba la cabeza en su pecho, calmó al instante la ira que se había acumulado en Nate.
—¿Te duele? —La voz de Nate se suavizó y su pulgar acarició suavemente los labios hinchados de ella.
Corrine asintió con la cabeza y se acurrucó más contra él. —Me duele mucho.
—¿Hace cuánto lo conoces? —Nate le apretó la barbilla con más fuerza y la miró fijamente a los ojos.
Corrine no tuvo más remedio que sostener su mirada. Desvió ligeramente la vista. —Nos conocimos antes, en Forestvale. Somos doce, incluyéndolo a él.
Los ojos de Nate se entrecerraron cuando un pensamiento cruzó su mente. —¿Los Doce Soberanos de la Llama Roja?
—¿Cómo sabes de ellos? —preguntó Corrine, sorprendida.
—La historia de los Doce Soberanos siempre se ha contado en Forestvale —dijo Nate, con la mirada fija en ella—. De los doce, ¿cuál es tu rango?
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