El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1041
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Capítulo 1041:
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«Sí», respondió Mandy, con los ojos llenos de vigilancia mientras escudriñaba los alrededores. Las luces tenues hacían más visible el rostro de Corrine.
Un escalofrío recorrió la espalda de Mandy. «Señorita Holland, el viento está arreciando. Deberíamos volver».
Corrine asintió.
Pero antes de que pudiera dar un paso, una bala atravesó el aire, dirigida directamente a su cabeza.
La mejilla de Corrine ardió de dolor.
Levantó una mano y se pasó los dedos por la piel. Cuando notó algo húmedo, sus ojos se oscurecieron y un destello agudo brilló en ellos. Se frotó las yemas de los dedos. La sangre caliente y fresca los manchó.
Bajó la mirada. Vio la maceta rota y la bala incrustada en el borde del parterre.
Las grietas se extendían desde el impacto, formando una telaraña, un claro recordatorio de su fuerza letal.
Si el disparo hubiera seguido su curso, no habría sido la maceta la que se hubiera hecho añicos, sino su cráneo.
Mandy vio cómo Corrine se ponía rígida. Entrecerró los ojos y, por un instante, una mirada de desprecio se dibujó en su rostro.
Mandy se burló para sus adentros. Corrine no era más que una ricachona mimada. Probablemente nunca se había enfrentado a un peligro real en su vida. Si las cosas se ponían más sangrientas, seguramente se desmayaría allí mismo.
Respirando con calma, Mandy reprimió sus emociones. Sin perder un segundo, se abalanzó hacia delante, agarró a Corrine por el brazo y se concentró en la tarea que tenía entre manos. —Señorita Holland, yo la cubro. Tenemos que irnos. Ahora. Al fin y al cabo, proteger a Corrine era su deber. Si le pasaba algo, ella sería la responsable.
Mandy no esperaba que sus enemigos atacaran con tanta audacia. Tal imprudencia solo podía significar una cosa: estaban desesperados.
Apretando con fuerza, Mandy se colocó entre Corrine y el peligro, dirigiéndola hacia un lugar seguro.
Apenas se habían movido cuando una bala impactó en el suelo, tan cerca que podría haberles rozado los zapatos.
Corrine se quedó paralizada.
Mandy no perdió tiempo. Informó de la situación a Saul y al equipo a través de su auricular Bluetooth.
La mirada de Corrine permaneció fija en la bala que tenía delante. Una bala de francotirador de 7,62 x 51 mm, mortal y precisa.
Sus ojos se dirigieron hacia el edificio de oficinas de la familia Powell. Un escalofrío se apoderó de ellos, tan agudo como una cuchilla.
Mientras tanto, dentro del restaurante, las bebidas habían soltado la lengua de Doug. Energizado, describió animadamente la intensa acción que había presenciado en la competición de habilidades militares.
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