El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1040
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Capítulo 1040:
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Apretando con fuerza el tenedor y el cuchillo, Rosalie cortó la comida con ira contenida.
Cuando Corrine terminó de comer, dejó cuidadosamente la servilleta sobre la mesa y se levantó. —Necesito ir al baño. Por favor, continuad sin mí.
—Yo voy contigo —dijo Nate, dejando los cubiertos y preparándose para levantarse, pero Corrine le puso la mano en el hombro con delicadeza.
—No hace falta. Mandy viene conmigo. —Y se marchó.
Tras la marcha de Corrine, Rosalie no pudo contener su curiosidad y le preguntó a Doug: —¿De verdad la viste en esa competición militar de élite?
—Ella misma me lo confirmó —respondió Doug.
En ese momento, Nate dio un sorbo a su vino y dejó la copa con un sonido suave, pero deliberado, casi como una advertencia tácita.
Rosalie se quedó paralizada; su sonrisa se congeló. —Me cuesta creerlo… —Siempre había pensado que Corrine era solo otra cara bonita, sin ninguna profundidad.
Pero si realmente había participado en una competición militar de élite, eso lo cambiaba todo.
Moses y Zack, sin embargo, mantuvieron la compostura, con expresiones indescifrables.
Habían sido testigos de cómo Corrine se enfrentaba a ocho oponentes a la vez.
Habían dado por sentado que el entrenamiento de Jules explicaba sus habilidades de combate. Pero ahora se daban cuenta de lo ingenua que había sido esa suposición.
Herbert cortó con indiferencia su filete, mirando a Nate, y comentó: «Tu prometida es extraordinaria».
Cuando Herbert conoció a Corrine, fue su belleza lo que le llamó la atención. Pero ahora veía lo fácil que era que su impresionante apariencia ocultara su verdadera fuerza.
Nate hizo girar su copa de vino, observando cómo el líquido rubí se movía en elegantes círculos como una rosa en flor. —No hay que subestimar a la heredera de la familia Ford, la más rica de Lyhaton. —Cada palabra rezumaba orgullo.
Todos los presentes en la sala comprendían que, a pesar de la inmensa riqueza de los Ford, a Nate le importaba poco.
Su admiración por la familia Ford provenía únicamente de una persona: Corrine.
—Es una heredera excepcional —dijo Herbert, sin rastro de burla en sus palabras. Solo había respeto en su voz.
Mientras tanto, Corrine siguió a un miembro del personal hasta el jardín colgante, donde la noche parecía fundirse a la perfección con la exuberante belleza del jardín.
Las luciérnagas flotaban en el aire como pequeñas estrellas.
Se sentó en un columpio y dejó que su mirada se perdiera en un edificio lejano.
—¿Qué es ese lugar?
—La propiedad de la familia Powell —respondió Mandy.
Corrine asintió. —¿La familia Powell, una de las cinco familias más importantes del Continente Independiente?
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