El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1039
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Capítulo 1039:
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Todo el mundo sabía que estas competiciones no solo requerían experiencia, sino también una destreza física del más alto nivel.
La mayoría de los participantes eran hombres, e incluso entre las pocas mujeres que se atrevían, la mayoría eran eliminadas después de la tercera ronda.
Pero Corrine había llegado a la fase eliminatoria.
La sala estudió su delgada figura, tratando de conciliar a la delicada mujer que tenían ante ellos con la dura y agotadora competición de la que hablaba Doug. Era difícil creer que hubiera soportado ese nivel de entrenamiento.
—Doug, ¿estás seguro de que no la estás confundiendo con otra persona? —Rosalie logró recuperar la compostura, con un tono de incredulidad en la voz. Apartó la mirada de Corrine y se volvió hacia Doug con una sonrisa forzada—. La señorita Holland acaba de mencionar que tiene un rostro bastante común. Tú…
—¡Imposible! —la interrumpió Doug inmediatamente—. Hace unos años, visité el lugar de la competición como invitado y la señorita Holland estaba allí sin duda alguna.
Entre todos aquellos hombres robustos y musculosos, Corrine destacaba como una rosa blanca en un mar de espinas, con una belleza pura y llamativa.
—Me sorprende que lo recuerde tan bien, señor Burton —dijo Corrine con una sonrisa afilada como una daga.
No quería que nadie supiera lo que había pasado durante aquella época.
Solo se había presentado al concurso para fastidiar a Jules.
Pensaba que era un secreto, enterrado en lo más profundo de su ser, pero ahora Doug lo estaba sacando a la luz.
Aparentemente ajeno al peso de sus palabras, Doug interpretó su comentario como un simple elogio a su buena memoria. «No es solo mi memoria. Tu actuación fue estelar. Y fuiste la primera en rechazar la invitación del presidente de la academia militar, la única candidata que rechazó la oferta de admisión especial».
Doug aún recordaba su orgullosa declaración: «No me interesa», pronunciada con valentía delante de todo el campamento.
Era un momento imposible de olvidar.
Corrine mantuvo su serena sonrisa, aunque sus ojos ardían con furia silenciosa.
¿No había captado la indirecta?
Hizo girar el cuchillo del filete, cuya hoja reflejó la tenue luz en un destello, como si tuviera vida propia.
Zack intervino rápidamente: «Centrémonos en comer». Los demás asintieron con la cabeza.
Corrine comió en silencio, con el rostro delator de su impaciencia.
Las miradas ocasionales de los demás eran demasiado evidentes como para ignorarlas.
Estaba a punto de levantarse e irse cuando Nate, siempre tan atento, colocó un plato con filetes delante de ella, después de haber retirado cuidadosamente las guarniciones.
Ahora no tenía más remedio que quedarse y comer.
Rosalie no pasó por alto la escena. Sintió una nueva oleada de incomodidad en su interior.
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