El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1018
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Capítulo 1018:
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Mientras paseaban por los jardines, el mayordomo señalaba de vez en cuando la flora rara y exótica. Entre ella, florecían abundantes orquídeas.
Corrine tomó nota de este detalle. Tenía la fuerte sensación de que su presencia tenía algo que ver con Evelyn.
Corrine entabló una conversación trivial con el mayordomo, aunque sus ojos escudriñaban sutilmente la zona.
Los guardias acechaban en las sombras, apostados en casi todos los rincones. Su presencia era discreta, pero inconfundible.
¿Realmente Ralph necesitaba este nivel de seguridad en su propia casa?
Apartó ese pensamiento y siguió caminando, alineándose con el mayordomo.
Su mirada se posó en un invernadero en la distancia. —¿Podemos echar un vistazo dentro? —preguntó.
El mayordomo asintió cortésmente. —Por supuesto, señorita Holland. Por favor, espere mientras hago los preparativos necesarios.
—Gracias —dijo Corrine con una pequeña sonrisa.
En cuanto se alejó, su expresión se volvió más seria. Bajando la voz, se volvió hacia Saul. —¿Ha pasado algo aquí recientemente?
Al no responder, insistió: —¿O es que no puedes decírmelo?
—Puedo —dijo Saul vacilante. Tras una breve pausa, finalmente respondió en tono cauteloso—: Es porque Nate te ha traído aquí esta vez.
Corrine ajustó sutilmente su postura, con una sonrisa misteriosa en el rostro.
Lo sabía: era por ella.
Justo cuando estaba a punto de volver a hablar, regresó el mayordomo. —Señorita Holland, todo está listo —dijo.
Corrine asintió con la cabeza y siguió al mayordomo hacia el invernadero con la mente en otra parte.
Había dado por sentado que los problemas de Nate provenían de fuerzas externas, pero pronto se dio cuenta de que incluso su propia familia suponía un peligro.
Parecía que, a lo largo de los años, la única persona en quien Nate podía confiar era en sí mismo.
Mientras tanto, Nate miró a Ralph después de escuchar su respuesta. —No me atrevería a oponerte, abuelo. Es solo que todo parece tener su propio camino —respondió.
La expresión de Ralph se tensó ligeramente en respuesta.
La familia Hopkins nunca había sido de las que aceptaban el destino, especialmente Nate. Pero, ¿cuándo había empezado a creer en esas ideas sobre el destino?
Los dedos de Nate se posaron en el borde de la taza de café mientras hablaba, y sus palabras tenían mucho peso. «Tú sabes todo sobre el acuerdo matrimonial», dijo.
Ralph entrecerró los ojos al oír eso. Aunque su rostro permaneció impasible, apretó la taza con fuerza.
Tras un largo silencio, la voz de Ralph se volvió un poco más aguda. «¿Estás diciendo que ella es de la familia Ford?».
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