El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 10
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Capítulo 10:
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«Cómo no…»
El dolor de darse cuenta de que su apasionada devoción se había encontrado con el vacío seguía siendo profundo.
Los ojos de Nate se detuvieron en su perfil antes de hablar, con una voz potente que desprendía una calidez inesperada.
«Es inútil luchar por cosas que no merecen el esfuerzo. Guarda tus lágrimas para quienes las valoran de verdad».
Sus palabras hicieron que su corazón se acelerara inesperadamente. Sus miradas se cruzaron brevemente antes de que Corrine apartara la vista, repentinamente inquieta por la intensidad del momento.
La vacilación parpadeó en las facciones de Nate mientras continuaba: «¿Por qué luchar por su amor cuando su corazón ya se ha marchado? Una ruptura limpia supera el sufrimiento prolongado».
Su franqueza la sorprendió.
Su amistad apenas justificaba un consejo tan íntimo, pero sus palabras resonaban con verdad.
Corrine nunca había dudado, y la perspectiva de ver las exhibiciones diarias de Bruce y Leah no le atraía. Respiró hondo y recuperó la compostura.
«Ya nos hemos separado. No queda nada entre nosotros».
El asombro se reflejó brevemente en el rostro de Nate antes de dominarlo, reprimiendo una sonrisa mientras respondía con cuidadoso control.
«La pasión no correspondida merece liberación. Srta. Holland, su espíritu es más libre de lo que anticipé».
«Como dijiste, una ruptura limpia supera el sufrimiento prolongado», respondió Corrine.
«Además, lo que hay que mendigar es mera caridad. Los verdaderos dones fluyen libremente del corazón».
La admiración parpadeó en la mirada de Nate, que arqueó una ceja.
«Parece que compartimos filosofías similares».
Su conversación fluyó con facilidad, el tiempo se les escapó sin darse cuenta hasta que la voz de una anciana les interrumpió.
«Señor, su abuela solicita su presencia», anunció, ofreciendo a Corrine una cálida sonrisa.
«¿Quizás esta joven quiera unirse a nosotros?»
Corrine se volvió hacia Nate con ojos interrogantes. Sus facciones se suavizaron al mirarla, y una suave calidez invadió su expresión.
«¿Le importaría saludar a mi abuela?»
La invitación tenía un toque de esperanza que sorprendió a Corrine. Su mirada se desvió hacia la anciana que estaba cerca, notando la expectación en su expresión. Tras pensárselo un momento, Corrine asintió sutilmente con la cabeza.
El rostro de Evelyn Hopkins se iluminó con una alegría desenfrenada al ver acercarse a Nate y Corrine. Levantó la mano en un gesto entusiasta y sus ojos brillaron de emoción.
«Querida, espero que perdones la repentina invitación». Era la primera vez que observaba a una mujer en la órbita de su nieto, y apenas pudo contener su alegría.
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