El Dolor de un Amor Perdido: Mentiras y despedidas - Capítulo 94
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Capítulo 94:
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Magia prohibida.
La mera mención bastaba para helar la sangre.
Sabía exactamente a qué tipo de poder se refería. Solo los más poderosos, o los más desesperados, se atrevían a utilizar tales prácticas.
La muerte de este mercenario no fue un accidente. Había sido planeada y ejecutada con precisión para garantizar que no se pudiera seguir ningún rastro que condujera al responsable.
«Así que estamos ante una hechicera», murmuré, con los pensamientos acelerados mientras intentaba atar cabos y las piezas fragmentadas formaban un cuadro más oscuro de lo que había imaginado en un principio.
Todo encajaba, pero solo en el caos.
—Asher, todo esto es demasiado caótico. La muerte del antiguo jefe de Aria, el secuestro. La esposa del antiguo jefe de Aria mencionó a una mujer a la que se refería como «la señorita». Podría ser la misma mujer que está detrás del mercenario.
Hice una pausa, abrumado por el peso de las posibilidades.
—Por eso se utilizó el Ichor Nocturno: solo una hechicera puede manejar y crear ese veneno. Pero también están las monedas de oro y la desaparición del veneno y el antídoto de mi cámara acorazada. Sea quien sea, está directamente involucrado con nosotros —dije, preocupado.
La magia prohibida es muy peligrosa. Implica sacrificios de sangre y tratos con entidades del Reino Prohibido.
En mi reino, el uso de esa magia es ilegal. Ni siquiera a Seraphina se le permitía practicarla.
Y ahora, alguien se atrevía a desafiar las leyes más sagradas de Veridiana.
Esta mujer, esta hechicera, no solo tenía como objetivo a Aria.
Estaba desafiando a la propia corona.
Mi mente se aceleró, tratando de armar una respuesta.
¿Quién estaba detrás de estos crímenes?
Me derrumbo en la silla de la habitación del hospital de Aria, exhausto. El desgaste físico de días sin dormir apenas pesa sobre mis hombros, pero la carga emocional es aún mayor. La silla es incómoda y dura, pero ya no importa. El peso de las responsabilidades, las dudas y la creciente tensión con Seraphina me abruman por completo.
La habitación está en silencio, salvo por el leve zumbido de los aparatos médicos y el sonido rítmico y cada vez más constante de los latidos del corazón de Aria en el monitor. Ese latido constante me produce una sensación de alivio y me calienta el corazón.
Mi mente está enredada en los últimos informes de Asher, pero por ahora intento concentrarme solo en Aria. Su piel, antes pálida y sin vida, está empezando a recuperar el color. Vuelve la suavidad de su tono oscuro, restaurando la belleza que siempre me llama la atención.
Aria está inconsciente, pero aun así irradia una fuerte presencia, algo que me atrae hacia ella de una manera que no puedo explicar.
Los médicos llegaron unas horas después de que yo entregara el antídoto, evaluando y supervisando cuidadosamente su recuperación. Uno de ellos, el más anciano, con profundas arrugas y cabello canoso, se acerca a Aria y la examina con atención. Su expresión de sorpresa crece con cada segundo que pasa mientras toma notas.
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