El Dolor de un Amor Perdido: Mentiras y despedidas - Capítulo 74
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Capítulo 74:
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Me siento fuera de lugar aquí, una extraña en un territorio que debería resultarme familiar. Pero no tengo otra opción.
Mis dedos recorren las estanterías en busca de un grimorio que pueda contener el hechizo de rastreo que necesito. Finalmente, encuentro un pesado libro con una cubierta de cuero gastada, con símbolos de hechiceras grabados con inquietante precisión.
Me lleva algún tiempo encontrar la página correcta, las palabras escritas en una lengua antigua que bailan ante mis ojos, difíciles de comprender.
Mi corazón late más rápido, y me invade un miedo persistente a fracasar. No estoy acostumbrada a recurrir a este lado de mis dones, y cada hechizo poderoso me resta una parte importante de mi fuerza. Pero esta vez no puedo dudar.
—Majestad, ¿está segura? Podríamos llamar a la reina y…
El tono vacilante de Asher refleja la tensión que se respira en el aire, pero lo interrumpo, con la paciencia agotada.
—Seraphina no debe saber nada de esto, Asher. Puedo encargarme yo, no te preocupes.
Mi voz es cortante, como una espada lista para cortar cualquier objeción. No quiero que Seraphina se involucre, no ahora, no mientras sigo tratando de averiguar qué estoy dispuesta a sacrificar para salvar a Aria.
Por fin, las antiguas palabras y los símbolos místicos que trazo en el aire comienzan a alinearse, y veo cómo el hechizo de rastreo toma forma.
La energía plateada que emana de mis manos late con vida propia, extendiéndose por el mapa desplegado sobre la mesa de piedra. Aparece una línea brillante que atraviesa la ciudad como un río de luz fluida, serpenteando por las laberínticas calles antes de extenderse más allá de los límites urbanos, hacia el oscuro borde del bosque que rodea la ciudad.
El esfuerzo me deja exhausto, pero ver que el hechizo funciona me da una determinación renovada.
—Puedo enviar un escuadrón ahora mismo, mi rey —declara Asher, ya buscando su teléfono para llamar a nuestros soldados.
—Hazlo, pero yo iré por delante. ¡No hay tiempo que perder! —respondo, dirigiéndome ya hacia la puerta.
El hechizo me ha dejado exhausto, pero el miedo a perder a Aria me empuja hacia adelante.
Me muevo antes de que Asher pueda protestar, y mis piernas me llevan rápidamente hacia la salida de la cámara de hechizos. Oigo sus pasos y sus objeciones resonando detrás de mí, pero no me detengo. No puedo permitirme perder tiempo.
Hay demasiado en juego.
En cuanto salgo del castillo, me rindo a la transformación. El poder del lobo inunda mi cuerpo, los músculos se expanden, los huesos se desplazan, hasta que mi forma humana da paso a la bestia que hay en mi interior.
El cambio es rápido y violento, el sonido de los huesos rompiéndose y la carne reorganizándose resuena como un trueno.
La fuerza primitiva del hombre lobo surge con un rugido silencioso y, en un instante, estoy corriendo por la carretera hacia el destino revelado por el hechizo.
El bosque se acerca rápidamente y, mientras corro, mi mente va a toda velocidad, calculando todas las posibilidades.
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