El Dolor de un Amor Perdido: Mentiras y despedidas - Capítulo 42
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 42:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Los demás empleados del vestuario permanecen inmóviles, con expresiones entre la sorpresa y la fascinación. La tensión en el aire es casi insoportable, como si todos estuvieran esperando que algo estallara.
Sea cual sea la imagen que tenían de mí antes, la acabo de destrozar, sustituyéndola por otra mucho más peligrosa e impredecible.
Pero, para mi sorpresa, no me importa.
Lily siempre ha sido una espina clavada, una presencia constante de veneno y malicia. Hoy he decidido que no voy a tolerar más sus maldiciones.
Lily abre la boca, sus labios temblorosos forman el comienzo de una respuesta, pero antes de que pueda decir nada, nuestro jefe entra en el vestuario.
El sonido de su voz me devuelve a la realidad, sacándome de la niebla de ira y frustración en la que estaba envuelta.
—Oh, hola, Aria. Era a ti a quien buscaba —dice, con un tono de auténtica sorpresa en la voz.
Lo miro, confundida y desprevenida, con la mente aún nublada por la confrontación con Lily.
«¿Por mí?», pregunto, tratando de ocultar la ola de ansiedad y curiosidad que crece dentro de mí.
Ignoro por completo la expresión asustada de Lily, su rostro pálido y sus ojos muy abiertos mirándome desde el otro lado de la habitación.
«Sí, sí. Ven conmigo, tenemos que hablar», responde rápidamente, con tono urgente, mientras me hace un gesto para que lo siga fuera del vestuario. Sus movimientos son rápidos, casi apresurados, como si lo que fuera no pudiera esperar.
Siento que mi cuerpo se pone rígido.
¿Me van a despedir por lo que pasó con mi difunto jefe?
La idea de perder este trabajo, el último vestigio de normalidad que me queda, hace que mi corazón se acelere.
El miedo comienza a apoderarse de mí, sus afiladas garras arañan mi pecho, pero lucho por mantenerlo bajo control.
Todos los empleados, incluso la detestable Lily, observan cada uno de mis movimientos con ojos curiosos, cautelosos y quizás un poco temerosos.
Tragué saliva con dificultad, sintiendo el peso de todas sus miradas, y sin otra opción, me acerqué al gerente.
En el pasillo cerca del vestuario, el sonido de nuestros pasos resonaba suavemente contra las paredes, creando un ritmo casi hipnótico que solo aumentaba mi ansiedad. Cada movimiento de mi gerente era rápido y eficiente mientras me guiaba con pasos apresurados y decididos.
Lo sigo con el corazón latiendo con fuerza en mi pecho, la mente llena de pensamientos confusos y miedos inciertos.
«¿De qué quiere hablar conmigo?».
Mi voz sale baja, casi un susurro, mientras la ansiedad comienza a apoderarse de cada fibra de mi cuerpo. Intento mantener un tono neutro, pero la tensión es evidente, reflejada en el ligero temblor de mis manos, que escondo en los bolsillos de mis pantalones.
Mi jefe duda. Encoje ligeramente los hombros, como si la conversación que se avecina le pesara mucho.
—Ah, sí. Es sobre el nuevo propietario de la empresa. Con todo lo que ha pasado, bueno, es…
.
.
.