El Dolor de un Amor Perdido: Mentiras y despedidas - Capítulo 317
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Capítulo 317:
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«Tienes que lanzar el hechizo, Caelum. Tienes que practicar la magia prohibida. ¡Es la única forma de enviarlo de vuelta!», responde Seraphina con urgencia.
«Seraphina, tú misma has sentido cómo mis poderes se desvanecían. Ya casi no me queda nada…», respondo con frustración en mi voz. Seraphina, o más bien, la grotesca proyección de ella en las llamas, inclina ligeramente la cabeza. Su expresión desfigurada consigue transmitir impaciencia de alguna manera.
«¡Por el amor de los dioses, tu ignorancia nos matará a todos!». Su voz vibra con una fuerza que parece hacer temblar la propia chimenea. «Caelum, tienes que dejar de lado tu lado licántropo y aceptar tu lado hechicero».
Siento cómo todo mi cuerpo se tensa al oír sus palabras. Mi corazón se acelera, y una mezcla de ira y negación se apodera de mí.
«¡Mi lado hechicero ya no existe! ¿Acaso perdiste la mitad de tu memoria cuando Malakar te arrancó los ojos?», respondo frustrado.
Los labios carbonizados de Seraphina se tuercen en algo que podría ser una sonrisa o una mueca; es difícil de decir.
«Si te hubieras molestado en estudiar tus propios poderes, en aprender sobre tu herencia mágica en lugar de huir de ella, sabrías que es posible restaurar tu alma de hechicera. El conocimiento está en el libro que te di», explica Seraphina. «En ese libro hay un hechizo que fusiona dos almas en una sola. Podrías fusionar tu alma con la de Drave. De esa manera, el vínculo vital entre vosotros se rompería y recuperarías tus poderes».
El peso de sus palabras cae como una piedra sobre mi pecho, pero antes de que pueda responder, Aria interviene con voz cargada de indignación.
—¿Sabías que había una forma de romper el vínculo y nunca nos lo dijiste? —Sus ojos brillan con una ira que no puede ocultar.
Seraphina vuelve su rostro en llamas hacia Aria, con rasgos marcados por la impaciencia y el desdén.
—¿Se supone que ahora tengo que compartir todo contigo? ¿O debería el incompetente Caelum haberse molestado en aprender algo sobre magia? Siempre se escondió detrás de lo más fácil, lo más conveniente —replica Seraphina.
Aria da un paso adelante, con la postura rígida, como si estuviera a punto de lanzar una acusación fatal. Pero antes de que pueda responder, Seraphina desaparece. Su figura llameante se disipa, dejando solo el crepitar de la madera ardiendo. La biblioteca se sumerge en un denso silencio, solo interrumpido por la respiración acelerada de Aria y el eco lejano de las palabras de Seraphina.
«¡Esta mujer es imposible! ¡El caos la sigue allá donde va!»,
Aria se queja.
Cruzo los brazos y dejo que mi mente absorba el torbellino de emociones que acabamos de vivir.
«Pero tiene razón», murmuro, casi como si fuera una confesión. «Nunca intenté comprender mis orígenes mágicos. Estaba tan centrada en complacer a mi padre, en ser una auténtica licántropa para él y para la manada, que… dejé morir mi verdadera naturaleza», respondo con voz teñida de arrepentimiento.
Aria se acerca y me toma del brazo. Su contacto es ligero, pero transmite una fuerza sorprendente. Hay consuelo en él, una ternura que me hace exhalar profundamente. Me mira con una mezcla de compasión y dolor, una expresión tan intensa que parece despojarme de todas mis defensas.
—Sé que estás sufriendo por la pérdida de Alexander.
Respiro hondo, con los ojos fijos en Aria. Está tan cerca, pero la siento inalcanzable, como si estuviera rodeada por una barrera invisible hecha de dolor.
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