El Dolor de un Amor Perdido: Mentiras y despedidas - Capítulo 269
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Capítulo 269:
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«Un hechizo que ata la vida, hermanito», dice, con orgullo en su tono, incluso mientras yace aplastado bajo mi peso. «Siempre tengo un plan B… siempre».
Su risa es un sonido odioso, y mi rabia se mezcla con la desesperación, formando una tormenta en mi interior. Lo que ha hecho no solo es cruel, es la prueba de que está dispuesto a destruirlo todo, incluso a sí mismo, con tal de derrotarme.
En cuanto Drave anuncia mi implicación con él, siento el impacto inmediato de sus palabras. La ira de Caelum se intensifica, casi tangible, irradiando de él en oleadas de calor. Sus ojos, antes concentrados y controlados, ahora arden con una furia primitiva, casi salvaje. ¿Y yo? Siento un orgullo casi perverso al presenciarlo. Por fin, Caelum está sometido, desarmado, expuesto como debe ser. El rey que se creía intocable está ahora a merced de nuestras acciones y palabras.
Sin embargo, este momento de triunfo se ve empañado por una revelación que me pilla desprevenido, un giro que no esperaba y que cambia por completo el juego. Lo veo en Drave, en la sonrisa que intenta ocultar, pero que esconde algo más profundo. Me ha engañado. Y lo que es peor, me doy cuenta de que he subestimado quién es en realidad.
Drave Frost no es solo un hombre impulsado por la fuerza bruta o la sed de sangre, como siempre había supuesto.
Es mucho más peligroso que eso. Es un estratega, un manipulador capaz de moldear el mundo que le rodea con palabras tan afiladas como cuchillos. Sus discursos, su labia… fueron suficientes para cegarme y ocultarme sus verdaderas intenciones. Estaba tan obsesionado con la idea de verle humillar a Caelum que no me di cuenta de que me estaba utilizando como un peón en su propio juego.
Y ahora, todo se desarrolla cruelmente ante mí.
Los gemelos. Siempre han sido la mayor debilidad de Caelum, e insistí en que los mantuvieran con vida por mi propio interés. Drave accedió tan fácilmente, sin resistencia, que nunca se me ocurrió que pudiera tener sus propios planes para los niños. Pero ahora todo tiene sentido. La forma en que su mirada siempre se desviaba cuando se mencionaba a los gemelos… no era indiferencia. Era cálculo. Tenía planes. Siempre los tuvo.
Mientras tanto, la escena ante mí da un giro inesperado. La transformación de Caelum, algo que antes parecía imposible, se desarrolla ante mis ojos. Finalmente se rinde y abraza la dualidad que hay en su interior: la hechicera y el licántropo. Es abrumador de contemplar, un espectáculo de poder bruto y magia pura que converge en algo más allá de lo que cualquiera de nosotros podría haber imaginado.
Sus músculos se expanden, su presencia crece, como si la habitación fuera demasiado pequeña para contenerlo. Sus ojos, antes encendidos por una rabia incontrolable, ahora arden como dos estrellas gemelas, irradiando un poder que me deja atónito. No es solo fuerte. Es un híbrido en el sentido más auténtico de la palabra, alguien que domina no solo la fuerza física, sino también la energía mágica que corre por sus venas.
Los híbridos son raros, y ahora entiendo por qué. No es porque sean inferiores, como Drave suele decir con desdén. No es porque tengan «mala sangre» o sean el resultado de uniones condenadas. Es porque son demasiado poderosos. Lo suficientemente poderosos como para desestabilizar cualquier estructura política, cualquier reino.
Caelum, sin siquiera darse cuenta, es uno de esos seres raros y peligrosos. Lleva dentro de sí el potencial para dominar tanto su forma física como su magia. Es el equilibrio perfecto entre dos mundos, algo que Drave, con toda su ambición, no puede comprender del todo.
Y ahora, al verlo de cerca por primera vez, siento algo que nunca esperaba sentir hacia Caelum: un atisbo de miedo.
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