El Dolor de un Amor Perdido: Mentiras y despedidas - Capítulo 268
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 268:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Sin pensarlo, doy un paso adelante, impulsado por un puro instinto protector. Quiero correr hacia ellos, protegerlos, pero antes de que pueda acercarme, varios rebeldes se interponen entre mi familia y yo, levantando sus armas y esbozando sonrisas sádicas.
«¡No tan rápido, hermanito!», la voz de Drave corta el aire, rebosante de sarcasmo y satisfacción retorcida. «Tenemos que hablar».
Baja lentamente los escalones del trono, cada paso medido golpeando mi paciencia.
«Primero, ¡felicidades por tu boda! Tu pareja es divina. ¿Puedes creer que ella planeó todo esto?».
Sus palabras van acompañadas de un gesto teatral, y entonces ella aparece. Seraphina. Sale del mismo pasillo que mi familia, caminando con aire triunfal que me hace hervir la sangre.
Se aferra al brazo de Drave, con una postura elegante más propia de un desfile que de un campo de batalla. Su sonrisa maliciosa es como veneno, rebosante de alegría ante el caos.
«Impresionante, ¿verdad?», continúa Drave, con voz rebosante de falsa admiración. «Tu total falta de preparación para situaciones como esta. De verdad, Caelum, vivir entre nobles te ha vuelto… estúpido. Solo han hecho falta unas cuantas explosiones en la capital y unos cuantos juguetes aquí para que volvieras corriendo, como un cachorro bien entrenado. Has dejado a Aria y a los gemelos indefensos. ¡Qué predecible! Y ahora aquí estamos. ¡La elección es tuya: la corona o tu familia!». Cada palabra es una navaja afilada que corta el fino hilo de control que me queda.
«Hijo de puta…». Las palabras se escapan en un gruñido gutural, profundo y lleno de odio. Me abalanzo sobre él, impulsado por la furia pura que arde en cada célula de mi cuerpo.
Siento que mi cuerpo cambia. No es solo una transformación, es una fusión. Por primera vez, mi lado hechicero y mi lado licántropo se fusionan por completo, creando una oleada de energía tan abrumadora que resulta casi insoportable. Mi forma cambia, pero no me convierto en un lobo completo. Mi cuerpo crece, mis músculos se expanden y mi piel se cubre de un pelaje brillante. Mis ojos arden con el poder de mi magia y la fuerza que recorre mi cuerpo es casi incontrolable. Los rebeldes que me rodean dudan, aunque algunos se atreven a atacar. Son insignificantes. Los arrojo a un lado como si fueran simples hojas atrapadas en una tormenta. Mi atención se centra por completo en Drave. Él también lo siente. Por un breve instante, veo algo en sus ojos. No es miedo. Es sorpresa. Quizás nunca ha visto este lado mío, este poder que ahora amenaza con consumirlo.
No vacila. En un abrir y cerrar de ojos, Drave se transforma. Su forma de lobo es tan monstruosa como su personalidad. Un lobo blanco con ojos rojo sangre, una visión que debería inspirar temor, pero que solo me llena de repugnancia.
Nos enfrentamos sin decir palabra, los únicos sonidos que llenan la sala del trono son gruñidos guturales y el choque de nuestros cuerpos. La batalla es salvaje. Cada golpe, cada embestida, cada ataque resuena en la sala. La sangre salpica, los dientes se hunden en la carne, las garras desgarran la piel, pero no me detengo. Mi objetivo está claro.
Finalmente, lo domino. Mi peso lo inmoviliza contra el frío suelo de piedra. Drave vuelve a adoptar su forma humana, con el rostro magullado y ensangrentado, y la piel pálida manchada de sangre.
Mis ojos brillantes, aún ardiendo con la furia de mi transformación, se fijan en su garganta expuesta. Levanto las garras, dispuesto a acabar con esto de una vez por todas.
«Si me matas», dice con voz ronca, áspera pero aún rebosante de arrogancia, «también matarás a tu pequeño heredero».
Mis garras se congelan en el aire. Sus palabras son veneno, me paralizan.
«¿Qué demonios has hecho?», grito con un rugido profundo y casi inhumano.
.
.
.