El Dolor de un Amor Perdido: Mentiras y despedidas - Capítulo 254
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 254:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Caelum duda unos instantes, sus ojos escudriñan mi rostro como si buscaran algo. Sé que mi hechizo ha funcionado bien en mi apariencia y mi olor; soy Aria en todo lo que conforma su ADN, pero ¿su comportamiento? Eso es más difícil de imitar.
—Por favor, Caelum… Creo que tenemos que hablar, por nuestro bien —insisto, con un tono más suplicante. Entrelazo mi mano con la suya y la aprieto suavemente.
Caelum suspira y me devuelve el gesto, agarrándome la mano con fuerza y conduciéndome hacia el ascensor.
Aria se sienta en el sofá como si tuviera todo el tiempo del mundo, pero cada detalle de su postura me produce una sutil inquietud. Cruza las piernas con un movimiento natural, pero mi atención se ve atraída cuando la tela de su vestido floral se levanta unos centímetros, dejando al descubierto la suave piel de sus muslos. Mi respiración se entrecorta por un momento y un calor involuntario recorre mi cuerpo antes de que pueda apartar la mirada.
Intento recomponerme, pero hay algo en ella hoy que parece diferente, casi hipnótico. «¿De qué quieres hablar, Aria?», le pregunto, con un tono de impaciencia que apenas puedo ocultar. Mis palabras suenan más duras de lo que pretendía, pero es difícil mantener la calma cuando ella está tan cerca, con ese aspecto tan vulnerable y, a la vez, tan inaccesible. Aria levanta la mirada para encontrar la mía, sus ojos marrones brillan con una intensidad que me hace desearla aún más. «Caelum, nunca hemos tenido tiempo para hablar de nada. Y es culpa mía», admite, con una voz tan suave como un susurro que resuena en el espacio que nos separa. Hay un temblor en sus palabras, un toque de incertidumbre que solo la hace parecer más humana, más real. «Hice mal en venir aquí corriendo.
Lo admito, tenía miedo de todo lo que siento. Y no sé… me haces sentir rara, Caelum». La confesión me golpea como un golpe inesperado. ¿Rara? La palabra resuena en mi mente mientras frunzo el ceño, tratando de entender lo que realmente quiere decir. Mis ojos caen instintivamente sobre sus manos, y es entonces cuando noto la ausencia del anillo de compromiso. Su dedo está desnudo y, por alguna razón, eso despierta algo en mi interior. No es exactamente felicidad, ni alivio. Es una chispa de esperanza, aunque pequeña e indescifrable.
«Por favor, Caelum, siéntate…», pide Aria, señalando con la mano el asiento a su lado. El gesto es sencillo, pero el tono de su voz tiene un peso que me hace dudar.
«¿Estás segura?», la provoqué, con un tono ácido que no pude evitar. «La última vez que lo hicimos, acabamos besándonos y dejaste claro que pensabas que estaba mal».
Aria soltó una risa, breve, pero con algo diferente, algo que me intrigaba. Bajó la mirada, aparentemente tímida, pero no pude evitar notar que su corazón latía con regularidad. Normalmente, cuando estoy cerca, su pulso se acelera y su respiración cambia. Hoy hay una extraña serenidad, casi inquietante. ¿Qué ha cambiado? ¿Ya he perdido mi efecto sobre ella? ¿Ha dejado de latir su corazón por mí?
«Seguro que te portarás bien, ¿verdad, Majestad?», responde, devolviendo mi atención al presente con un tono juguetón que parece a la vez inocente y provocador.
Entrecierro los ojos y la observo con atención antes de responder. «No, no puedo garantizarlo… no contigo, Aria». Mi voz transmite una honestidad brutal que no intento disimular. Ella necesita saber que mi capacidad para controlarme es frágil cuando se trata de ella.
Finalmente, me siento a su lado, manteniendo una distancia que considero segura, pero que, aun así, me parece demasiado pequeña.
Aria respira hondo y su expresión cambia. Ahora hay algo en sus ojos, una determinación que antes no estaba allí.
.
.
.