El Dolor de un Amor Perdido: Mentiras y despedidas - Capítulo 226
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 226:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
«¿Qué ha pasado, mi reina? ¿Está bien mi primo?», pregunto, con creciente preocupación.
Seraphina suelta una risa amarga, un sonido que parece resonar en las paredes de la habitación vacía. Sus ojos brillan con lágrimas contenidas y hay algo en su expresión que me pone nervioso.
«¡Ah, Caelum está muy bien!», responde finalmente, con voz cargada de sarcasmo. «Él y su preciosa humana, si quieres saberlo… me echaron del palacio para dejar sitio a Aria y a sus hijos».
Frunzo el ceño, confundido y sin poder creer lo que oigo. Por un momento, creo que la he entendido mal.
—¿Qué estás diciendo, Seraphina? —Mi voz delata mi incapacidad para procesar el peso de lo que acaba de revelar. Ella parpadea, sorprendida por sus propias palabras, como si se diera cuenta de que ha dicho algo que debía permanecer oculto. Se lleva la mano a la boca y las lágrimas finalmente brotan de sus ojos. Niega con la cabeza frenéticamente, como si intentara borrar lo que acaba de decir.
«¡Oh, cariño, perdóname! Debería haber… Debería haber sido más considerada. Pero todavía estoy tratando de procesar todo lo que ha pasado».
«¿Y qué ha pasado, Seraphina?». Mi voz suena apresurada, impregnada de impaciencia.
—Caelum y Aria… están juntos. Siempre lo han estado, por lo que yo sé —dice con voz cargada de una amargura que me tensa los músculos—. Sus hijos, los que tú creías que eran tuyos, son en realidad de mi marido. Quiero decir… de mi exmarido. Seguro que pedirá el divorcio para casarse con ella.
Se me oprime el pecho y el aire a mi alrededor se vuelve tan denso que me cuesta respirar. Cada palabra que pronuncia resuena con fuerza en mi interior, reverberando en mis huesos, desafiándome a negar sus afirmaciones.
«He venido aquí porque quería verte y contártelo todo. Tienes derecho a saberlo, Alexander. Tienes derecho a saber lo traidores que son tu primo y tu humano». Se inclina ligeramente hacia delante, como para enfatizar la gravedad de sus palabras, con sus ojos dorados fijos en mí, brillando con una intensidad que me pone nervioso. La oigo, pero mi mente se niega a procesar lo que dice. Es como intentar escuchar a alguien por encima del rugido de una tormenta. ¿Caelum y Aria? La idea es tan absurda que, por un momento, me río por dentro, asumiendo que se trata de algún tipo de malentendido. Pero la expresión de Seraphina no tiene nada de humor, ni rastro de mentira. Es una mezcla de dolor y algo más oscuro, una satisfacción enfermiza por sembrar esta semilla de duda en mí.
«Eso… eso no tiene sentido, ¿cómo podría…?». Ni siquiera puedo terminar la frase, todavía aturdido por la posibilidad. Seraphina asiente, como si simpatizara con mi reacción.
«Yo tampoco lo creía, pero es verdad. Por lo que sé, los dos se acostaron hace años y ahora han reavivado la llama. Nos han traicionado, Alexander, los dos…», dice Seraphina, suavizando el tono. «Solo he venido a contártelo y ahora me voy. Aquí ya no estoy segura. Caelum hará lo que sea para poner a Aria en el trono, incluso matarme».
Sus ojos se encuentran de nuevo con los míos y hay algo en la forma en que pronuncia esas palabras que me inquieta. No creo que Caelum fuera capaz de hacer algo así, no el hombre que he conocido toda mi vida. Pero hay un matiz en su voz, algo que siembra dudas donde antes solo había certezas.
«Adiós, cariño. Buena suerte con todo. Si fuera tú, me escondería. Caelum no permitirá que nadie amenace a su nueva familia, ni siquiera tú. Quién sabe…». Hace una pausa dramática, como saboreando sus palabras antes de pronunciarlas. «Quizás fueron él y Aria quienes planearon el atentado contra tu vida, igual que están conspirando contra mí».
.
.
.