El Dolor de un Amor Perdido: Mentiras y despedidas - Capítulo 204
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 204:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Karin me observa en silencio, sus manos continúan explorando mi cuerpo de forma lenta y deliberada, su tacto es una mezcla de consuelo y dominio. Él comprende mis miedos, pero también ve más allá de ellos, directamente al corazón de mi determinación.
«Lo haré por ti, Seraphina», murmura con una voz casi hipnótica. Sus ojos se clavan en los míos, profundos y cautivadores, como si intentaran penetrar en mi esencia misma. «No quedará ni rastro de tu participación. Solo dame la dirección de ese pequeño humano y yo me encargaré del resto».
Considero sus palabras, la imagen de Caelum y ese humano asqueroso girando en mi mente como un fuego insaciable que me consume por dentro. Las manos de Karin siguen explorando mi piel, cada caricia me provoca escalofríos lentos y provocativos. Él conoce mis límites, sabe exactamente dónde tocar y hasta dónde llevar mi rabia sin romperla. Envuelta en sus brazos, siento que mi odio se agudiza, transformándose en algo casi placentero.
—Esto es lo que podemos hacer —digo pensativo, con la mirada fija en algún punto lejano de la habitación—. Contrataremos mercenarios para que la sigan. Sé que, tras el desastre del baile, Alexander la llevará a otro viaje y le pedirá matrimonio. Caelum casi pierde la cabeza cuando su primo anunció que… —relato con una sonrisa maliciosa en los labios. Karin me observa atentamente, sus ojos violetas brillando con una intensidad que refleja mi propia malicia.
«Con ellos siguiéndola, será fácil averiguar dónde planea Alexander proponerle matrimonio. Una vez que lo sepamos, enviaremos a los mercenarios rebeldes para que la eliminen. Todos creerán que fue por la conexión de Alexander con el rey, asumiendo que ella fue solo un daño colateral en un conflicto mayor». Karin articula mis pensamientos con perfecta claridad, y eso me hace sonreír.
Hay algo fascinante en su capacidad para captar cada matiz, para complementar mi odio con el suyo. Es imposible no sonreír ante la sinergia que existe entre nosotros. Lo que compartimos es más que simples palabras; es una unión de deseos oscuros, una armonía inquebrantable e ineludible.
Me muevo ligeramente en su regazo, girando mi cuerpo para mirarlo, absorbiendo cada detalle de su rostro. Su expresión es serena, como si estuviera completamente en paz con las atrocidades que estamos tramando juntos. Mis labios buscan los suyos y el beso que compartimos es abrumador en su intensidad, una mezcla de deseo puro y profundo alivio. Siento el calor de su aliento contra mi piel y el anhelo me invade como un maremoto, invadiendo cada fibra de mi ser, como si necesitara absorber cada fragmento de su presencia.
«No podría hacer nada de esto sin ti, ¿lo sabes?», le susurro contra los labios, con la voz cargada de un anhelo que lo trasciende todo. «Tienes el mismo corazón que yo, Karin. ¡Latan al unísono, para siempre!». Mis palabras son más que una confesión; son una promesa, una verdad inquebrantable grabada en cada parte de mi ser. Y él lo sabe.
Me acaricia la cara con la ternura de alguien que conoce cada centímetro de mi cuerpo, que comprende incluso mis secretos más oscuros. Su tacto traza un camino lento, casi tortuoso, a lo largo de mi piel hasta llegar a mis labios. Las yemas de sus dedos se deslizan sobre mi boca, provocándome un escalofrío que recorre todo mi cuerpo. Él tiene el poder de hacer que cada parte de mí tiemble con un solo toque, y sabe exactamente cómo controlarme, cómo encender mi deseo con cada palabra, cada gesto.
«Si me pidieras que quemara el mundo, solo necesitaría saber si quieres que lo haga con gasolina o con alcohol, Seraphina. Tú lo sabes mejor que nadie», dice Karin, y puedo sentir la sinceridad absoluta en cada palabra que pronuncia.
.
.
.