El Dolor de un Amor Perdido: Mentiras y despedidas - Capítulo 20
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 20:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Ella sabe que mi castillo es vulnerable; sabe que dormimos juntos y todas las noticias detallan mi falta de control sobre los Renegados de Wolfspawn. Este grupo rebelde no me ha traído más que dolores de cabeza en los últimos años. He rastreado todo el reino en busca de su base, de a quién sirven. Pero nada. Todos los licántropos que capturamos no nos dan ninguna pista, solo migajas podridas que no nos llevan a ninguna parte. Sin embargo, aquí, ante mí, está Aria, una pieza que podría ayudarme a armar este rompecabezas.
«Soy una simple camarera, Majestad. Siento lo de los canapés de ayer y, bueno… por huir. Era un caos y solo quería sobrevivir, Majestad», responde Aria con voz temblorosa, con fragilidad evidente en cada palabra. Sin embargo, sus ojos se niegan a mirarme directamente, como si temiera lo que pudiera ver reflejado en mí, o quizá lo que yo pudiera ver reflejado en ella.
Me acerco a ella, sintiendo cómo aumenta la tensión a medida que disminuye la distancia entre nosotros. Sentado a su lado, noto que su respiración se vuelve más irregular, el aire entra y sale de sus pulmones con un ritmo irregular. Traga saliva con dificultad y mis ojos siguen el movimiento de su garganta, una imagen tan delicada y vulnerable que casi me hace dudar. La marca de nacimiento de su cuello queda parcialmente oculta por el sedoso cabello que cae en cascada sobre sus hombros. Su proximidad, el dulce aroma a lavanda mezclado con algo cítrico, casi me hace olvidar la razón por la que estoy aquí. Pero no puedo permitirme distraerme con viejos sentimientos o deseos reprimidos.
—¿Y quién te trajo al castillo? Tu jefe no estaba en la lista de proveedores de camareros y camareras. ¿Quién te dijo que trabajaras allí? —Mi voz es ahora más baja, pero el tono de autoridad permanece mientras mi mano descansa sobre el brazo de la silla junto a ella. Sé que mi cercanía la incomoda; lo noto en la forma en que su cuerpo se tensa, pero su corazón no reacciona de la misma manera que cuando la vi con ese hombre despreciable.
«Fue una recomendación. Un favor, porque necesitaba el dinero», responde más suavemente, con voz ahora más firme, como si estuviera recuperando un poco la compostura.
«Un favor…», repito la información con tono provocador. «¿Igual que el favor que ibas a hacer allí con tu jefe? ¿Acostarte con él para conseguir más dinero, Aria? ¿Una prostituta detrás de las cortinas?».
Mi voz es venenosa, cada palabra elegida para provocar una reacción, para verla revelarse, para arrancarle la máscara que se empeña en llevar.
La reacción de Aria es inmediata y feroz. Sus ojos se encienden con una rabia que transforma por completo su expresión, borrando cualquier rastro de miedo o sumisión. Me mira con una mirada que podría quemar incluso el alma más dura y, con un movimiento rápido, levanta la mano para abofetearme. Anticipo este movimiento y, con facilidad, le agarro la muñeca a pocos centímetros de mi cara y la acerco hacia mí, acercando aún más nuestros cuerpos. La fuerza con la que le sujeto la muñeca la sorprende y, por un momento, veo cómo la ira en sus ojos se sustituye por la sorpresa.
Esta vez, el contacto de Caelum contra mi piel no es brutal, pero sigue teniendo una firmeza que me hace contener la respiración. Cuando me atrae hacia él, siento el calor de su cuerpo irradiando, haciendo que la distancia entre nosotros sea prácticamente inexistente. Sus profundos ojos verdes se clavan en los míos, casi penetrando en mi alma. Siento que mi corazón se acelera, queriendo saltar fuera de mi pecho, golpeando contra mis costillas como un tambor de guerra. Los recuerdos borrosos de aquella noche con el dios griego resurgen en mi mente, causándome miedo.
Caelum no puede ser el padre de mis hijos. Con todo lo que ha pasado, con los peligros a los que se enfrenta el rey por culpa de los Renegados de Wolfspawn, mis hijos estarían en peligro constante, y eso es algo que nunca podría aceptar. Cada fibra de mi ser grita que proteja a mis seres queridos, y la sola idea de que Caelum, con su poder y su complejidad, se acerque a ellos me aterroriza.
Además, está el orgullo que no puedo ignorar. La insinuación de que me habría acostado con él para mi propio beneficio es una ofensa tan profunda que la ira comienza a bullir dentro de mí, sustituyendo al miedo. Mi cuerpo reacciona incluso antes de que pueda formular un plan y, con un movimiento rápido y decisivo, me libero del agarre de Caelum, obligándome a mantenerme erguida y poniendo tanta distancia como puedo entre nosotros.
Los ojos de Caelum están llenos de diversión y provocación, como si supiera exactamente el impacto de sus palabras y se deleitara con mi reacción. Es un hombre acostumbrado a controlar, a manipular, y es evidente que disfruta viendo cómo sus palabras pueden afectarme.
.
.
.