El Dolor de un Amor Perdido: Mentiras y despedidas - Capítulo 165
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 165:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
«Bien, caballeros, estoy de acuerdo con ustedes. Ahora mi prioridad es un heredero». Mi voz es neutra, pero atraviesa la sala como una espada. «He reflexionado mucho sobre esto durante los últimos meses y he recordado un consejo que me dio la difunta reina. En aquel momento lo descarté por considerarlo extremo. Pero ahora… me doy cuenta de que puede ser la única solución».
Seraphina respira más rápido y fija su mirada en mí, con una expresión que de repente se vuelve furiosa.
«La reina Seraphina ha servido a nuestro reino de Veridiana con paciencia y elegancia. Le estoy agradecido por el tiempo que hemos pasado juntos en matrimonio. Sin embargo, eso no cambia el hecho de que no me ha dado un heredero. Y desde que su tío asumió el poder en Syltirion, nuestra alianza política no ha dado los resultados que antes daba».
Dejo que mi mirada recorra a cada uno de los consejeros, leyendo atentamente sus reacciones.
Seraphina no se inmuta. Se sienta como una estatua de mármol, orgullosa e inflexible. Pero sus ojos, esos ojos de oro fundido, arden con una rabia reprimida. Tiene los puños apretados a los lados, temblando, y respira de forma superficial y agitada. Puedo ver cómo la emoción crece en su interior, amenazando con estallar a pesar de sus esfuerzos por contenerla.
Está luchando por seguir siendo reina ante todos ellos. Pero la conozco demasiado bien. Su silencio ahora habla más alto que cualquier estallido.
—Caelum, ¿qué estás insinuando? —pregunta Seraphina, con voz cargada de irritación. Le dedico una sonrisa tranquila, casi amistosa.
—Mi querida compañera —respondo, pronunciando cada palabra con control deliberado—, es hora de que afrontemos la realidad.
Echo un vistazo a la sala, mirando a los ojos de cada miembro del consejo, dejando que el peso de mis siguientes palabras se asiente entre ellos como una nube de tormenta.
—La anulación de nuestro matrimonio podría ser la mejor opción para el reino de Veridiana.
El silencio que sigue es ensordecedor. Las palabras flotan pesadamente en el aire, como una espada a punto de caer. El consejo se mueve incómodo en sus asientos, mirándose unos a otros, sin saber cómo reaccionar.
Seraphina me mira fijamente, atónita al principio, con el corazón latiendo con fuerza bajo el pecho. Su respiración se acelera y casi puedo sentir la presión de su magia acumulándose, liberada pero contenida, por ahora.
Finn, el más anciano de los consejeros, carraspea. Su voz sigue siendo formal, aunque hay un ligero temblor detrás de ella.
—Cierto… La reina Seraphina ha sido un pilar fundamental para nuestro reino —comienza—. Pero si la anulación es la voluntad de Su Majestad… creemos que es una medida viable, siempre y cuando garanticemos que la alianza con el reino de Syltirion permanece intacta.
Lanza una rápida mirada a Seraphina, como preparándose para la inevitable erupción.
Y estalla.
Seraphina se levanta con tal fuerza que su silla se estrella contra el suelo, y el sonido resuena como un veredicto final. Todo su cuerpo tiembla de furia. Su postura es rígida, la mandíbula apretada y las manos tiemblan con una rabia desenfrenada.
—¡Sois crueles y despreciables, todos y cada uno de vosotros, lycans! —grita, y el dolor y la furia de su voz atraviesan la habitación como una navaja.
.
.
.