El Dolor de un Amor Perdido: Mentiras y despedidas - Capítulo 151
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Capítulo 151:
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Siento que mi corazón late aún más rápido en mi pecho mientras busco la entrada principal del castillo, una vía de escape que parece mi única oportunidad.
Pero justo antes de alcanzar la seguridad deseada, me encuentro con dos hombres lobo más, cuyas figuras enormes e intimidantes bloquean mi camino con una brutalidad que me deja sin aliento.
Tan cerca que puedo ver sus afilados colmillos asomando entre sus hocicos ensangrentados, el brillo siniestro de sus ojos hambrientos.
El pánico me envuelve e intento cambiar de dirección, pero mis pies fallan: tropiezo y caigo, y el impacto contra el suelo me arranca un sollozo de desesperación.
El suelo húmedo bajo mí parece querer tragármelo por completo mientras me doy cuenta, aterrorizado, de que mi huida puede estar llegando a su fin.
Siento que el aire se comprime y el tiempo parece ralentizarse mientras uno de los hombres lobo se acerca a mí, con las garras extendidas, listo para clavarme al suelo.
Su boca se abre en un gruñido grotesco y el sonido sale como un rugido mortal que resuena en la noche.
Mi mente grita presa del pánico, un grito silencioso que explota en mis venas mientras el enorme lobo se prepara para hincar sus colmillos en mi cuello.
Justo cuando creo que todo ha terminado, de repente me sacuden hacia un lado, un impacto brutal me arrastra por la hierba y un dolor insoportable me atraviesa el hombro.
Ruedo aturdido hasta detenerme entre los arbustos, siento la hierba fría y húmeda contra mi piel, pero es el dolor en el hombro lo que me devuelve a la realidad.
Cada centímetro de mi piel parece arder en llamas mientras observo la escena que se desarrolla ante mí.
Aparece otro lobo, cuya presencia es como una tormenta silenciosa: un lobo blanco con ojos rojos que parece surgir de las sombras como un fantasma vengador.
Ataca al lobo que estaba a punto de matarme con una ferocidad que es a la vez aterradora y fascinante.
Los colmillos del lobo blanco desgarran la carne de su oponente y se desata una lucha brutal, con el sonido de huesos rotos y carne desgarrada resonando en mi pecho, lo que me dificulta distinguir entre el dolor y el miedo.
El dolor en mi hombro es insoportable, un ardor abrasador que se extiende desde mi hombro hasta mi brazo, donde ahora veo un corte profundo y abierto que sangra y gotea por mi piel, manchando la hierba con un rastro escarlata.
Mi visión se vuelve borrosa, mi campo de visión se reduce a un solo punto mientras el dolor y el shock compiten por consumirme.
Aun así, reúno fuerzas, tambaleándome, para levantarme, cada movimiento me duele como si mis músculos se desgarraran una vez más.
Con la visión borrosa y el cuerpo herido, comienzo a avanzar hacia la salida, tropezando y obligándome a continuar, acompañado por el resto del personal y los invitados.
La desesperación lo invade todo.
Solo quiero llegar a la salida del castillo.
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