El Dolor de un Amor Perdido: Mentiras y despedidas - Capítulo 150
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Capítulo 150:
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Los jirones de su ropa yacen esparcidos a su alrededor, y poco a poco su forma se estabiliza hasta convertirse en un enorme lobo negro, un auténtico monstruo con un pelaje espeso y ojos brillantes como brasas rojas, que me mira con una expresión que mezcla reconocimiento y ferocidad.
Sus afilados y brillantes colmillos sobresalen de sus largos hocicos, exudando una amenaza silenciosa y aterradora. El pelaje rígido, como una armadura, se eriza con cada respiración, como si el aire que los rodea fuera insuficiente para contener a la criatura en la que se han convertido.
A su lado, Caelum completa su transformación, con una postura igual de amenazante, listo para atacar.
El sonido de sus respiraciones entrecortadas, el olor de su furia y el peso de sus miradas me queman la piel, y finalmente me doy cuenta del peligro abrumador al que me enfrento.
La figura de Caelum en su estado transformado me recuerda al lobo que me ayudó la última vez que estuve aquí, con la diferencia de que los ojos son diferentes. El lobo blanco tenía los ojos rojos, mientras que los de Caelum son dorados.
—Chicos… soy yo… soy yo, Aria.
Mi voz se escapa en un susurro calculado, en el que la calma suena más como un fino velo que oculta el caos creciente en mi interior.
Levanto las manos lentamente, tratando de suavizar la furia demencial de sus ojos, intentando ver más allá de las bestias en las que se han convertido, desesperada por traer de vuelta a Alexander y Caelum desde dondequiera que estén atrapados en este torbellino.
La tensión asfixiante del pasillo, estrecho y ahora mucho más claustrofóbico con sus presencias amenazantes, nos envuelve y, por un momento, siento que el espacio se encoge, comprimido por esta atmósfera intensa y peligrosa.
Cada grito que resuena en el pasillo cercano rompe el silencio del castillo, fusionándose con los aullidos salvajes y los gruñidos profundos que juntos crean una sinfonía caótica de terror absoluto.
¿Qué demonios está pasando aquí?
El sonido de los gritos se intensifica, hasta que los aullidos y gruñidos se elevan en medio de la cacofonía de desesperación que se desarrolla en el salón.
El pasillo en el que me encuentro se siente mucho más estrecho con la imponente presencia de dos hombres lobo.
En un instante, alguien de la cocina aparece en el pasillo, corriendo como un animal acorralado, la urgencia en sus movimientos desviando la atención de las criaturas de mí.
Es mi oportunidad, un milagro inesperado que finalmente me permite escapar del estrecho y sofocante pasillo.
Sin dudarlo, me doy la vuelta y corro hacia el jardín, sintiendo que mis pasos resuenan como golpes de martillo en medio del alboroto de voces y el caos que se desarrolla a mis espaldas.
Apenas puedo creer que esté reviviendo todo esto. Una amarga ironía se apodera de mi mente mientras me pregunto si es imposible asistir a una fiesta en este castillo sin que termine en un baño de sangre.
El jardín, que debería ser un refugio de paz y belleza, es ahora un campo de destrucción.
Corro con otros empleados e invitados, todos en pánico, tratando de escapar de las garras de estos lobos furiosos que se extienden como una sombra mortal por el césped verde.
Entre las plantas que antes irradiaban serenidad, ahora hay cuerpos destrozados, gritos desesperados que se mezclan con aullidos, creando una escena que trasciende el terror.
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