El Dolor de un Amor Perdido: Mentiras y despedidas - Capítulo 120
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Capítulo 120:
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Hace una ligera reverencia cortés. Cuando se da la vuelta y empieza a caminar hacia el coche, siento como si el aire a mi alrededor volviera a circular lentamente, como si por fin pudiera respirar de nuevo. Observo su paso pausado, sus pasos firmes y seguros al cruzar la calle, el sonido de sus zapatos resonando contra el pavimento. Con cada paso que da, una parte de mí intenta procesar lo que acaba de pasar, lo que está a punto de pasar.
Voy a trabajar en el palacio. Voy a estar cerca de Caelum otra vez. El hombre que, muy probablemente, es el padre de mis hijos. El mismo hombre que está casado con una de las mujeres más poderosas y peligrosas que conozco: la reina Seraphina.
Caelum, el rey que se enfrenta a ataques terroristas, desesperado por asegurar herederos para su reino. Y yo… Yo estoy atrapada en medio de todo esto.
Sentir el viento acariciando mi pelaje siempre me ha proporcionado una paz que nada más en el mundo puede darme. Es como si cada brisa se llevara consigo una parte de la inquietud que habita en mi interior, aliviando el peso de mis pensamientos y aliviando, aunque sea temporalmente, la carga que soporto. Cada ráfaga me conecta más profundamente con la tierra, con mi yo más primitivo, con la bestia que vive dentro de mí. El firme suelo del bosque bajo mis patas ancla mi mente, dando forma al caos que constantemente amenaza con consumirme. Cada paso que doy mientras corro me da una sensación de control, de estabilidad, algo de lo que carezco desesperadamente cuando estoy en mi forma humana.
Convertirme en lobo, especialmente aquí, en el corazón del reino de Veridiana, después de tantos años lejos, sigue siendo una mezcla de sorpresa y alivio. Todo a mi alrededor me resulta familiar y lejano a la vez. Los robustos árboles, los arbustos susurrando al viento, el olor de la tierra húmeda y las hojas… Todo ello forma un paisaje que forma parte de mí, que vive en mi memoria, pero que parece diferente después de tanto tiempo. Cada vez que dejo que mi cuerpo adopte esta forma, siento como si estuviera redescubriendo una parte de mí mismo que había permanecido dormida, como si el lobo que hay en mí despertara de un largo letargo, hambriento y ansioso de libertad.
Sin embargo, por muy lejos que corra, por muy profundamente que me sumerja en este escape temporal de la realidad, mis pensamientos siempre vuelven al mismo lugar. A ella. Aria. Mi dulce, hermosa y gentil Aria. Su imagen invade mi mente como una tormenta, una presencia que nunca puedo desterrar por completo, por mucho que lo intente. El anhelo que siento por ella es algo que trasciende la razón, un fuego que arde en mi pecho y se niega a extinguirse. No se puede medir simplemente, como el número de estrellas en el cielo o las gotas en el océano. Es infinito, inconmensurable, un vacío constante que solo su presencia puede llenar.
Mi corazón siempre, siempre le ha pertenecido. Incluso ahora, después de todos estos años, después de las circunstancias que nos separaron, sigue siendo suyo. Siempre lo será. Pero el pensamiento que me atormenta, que me consume, es la duda: ¿su corazón todavía me pertenece? Después de todo lo que ha pasado, ¿sigue viéndome de la misma manera? ¿Me ha perdonado? Lo que me corroe es la cruel forma en que tuve que terminar nuestra relación. La mentira que llevé a cuestas, todo en nombre de protegerla. Como si fuera posible proteger a alguien rompiéndole el corazón.
El apoyo de Caelum, su disposición a ayudarme a recuperar a Aria y convertirla en mi compañera, ha formado parte de mi plan desde el día en que me vi obligado a abandonarla. Hace cinco largos años, cuando le di la espalda, me prometí a mí mismo que volvería. Que lucharía por ella. Que…
la recuperaría. Que haría de Aria mi esposa y que nada, ni siquiera el pasado, se interpondría en mi objetivo.
Halerion, el reino donde he pasado estos años separado de ella, me ha dado valor y claridad. Un lugar donde conviven especies diferentes de una forma única, donde se acepta mi doble naturaleza, me ha ayudado a crecer y a definir lo que realmente quiero. Y lo que quiero es sencillo: a Aria. No me importan los títulos, ni el cargo de duque, ni ningún privilegio que el poder pueda ofrecerme. Lo daría todo sin dudarlo, solo por tenerla a mi lado. Por amarla como se merece.
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