El Dolor de un Amor Perdido: Mentiras y despedidas - Capítulo 119
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Capítulo 119:
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Mis ojos se abren de par en par al oír la cifra del sueldo. Es como si, de repente, se abriera una ventana en mi mente, iluminando una realidad que antes me parecía tan lejana. Con esa cantidad, las cosas en casa no solo mejorarían, sino que cambiarían drásticamente. Podría reparar el techo, que amenaza con derrumbarse cada vez que llega una tormenta. Podría arreglar las ventanas, que crujen siniestramente en las noches ventosas. Tal vez incluso reemplazar los muebles desgastados, marcados por años de uso y esfuerzo. Ropa nueva para Thorne y Elowen. Mis hijos se lo merecen. Se merecen más de lo que puedo ofrecerles ahora mismo. Por un instante, veo la radiante sonrisa de Elowen mientras…
Las imágenes de Elowen recibiendo un vestido nuevo o la mirada de asombro de Thorne al ver que por fin han arreglado sus juguetes rotos se agolpan en mi mente.
Caelum parece notar el repentino cambio en mi expresión. Sus ojos no se pierden nada. Es perspicaz, observador, y la sonrisa que se dibuja en sus labios está cargada de triunfo, como si supiera que, en este momento, ha conseguido exactamente lo que quería. Su sonrisa despierta en mí una mezcla de recelo y fascinación. Da otro paso hacia mí, acortando la distancia entre nosotros hasta que casi no queda espacio. El calor de su cuerpo es palpable, irradiando hacia el mío. Mi corazón se acelera, se me corta la respiración y me quedo paralizada, como clavada al suelo.
Cuando sus labios se acercan a mi oído, casi puedo sentir la electricidad en el aire. Todos los nervios de mi cuerpo se despiertan, alertas, vibrando con su cercanía.
«Nos vemos en el trabajo la semana que viene, Aria…». Sus palabras son bajas, roncas, con un tono de intimidad que me desarma por completo. El susurro parece recorrer cada célula de mi cuerpo y un escalofrío recorre mi espalda, tensando todos mis músculos y haciendo que mi corazón lata aún más fuerte.
Sus labios rozan la piel de mi mejilla, un beso ligero y fugaz, casi etéreo, pero que resuena dentro de mí con una fuerza inesperada. Es como si ese simple contacto encendiera una explosión de sensaciones. Mis sentidos se agudizan, mi corazón late de forma irregular. La amarga conciencia de que debería rechazarlo se mezcla con el deseo incontrolable de ceder.
Una tormenta de pensamientos y emociones me envuelve, pero al mismo tiempo me siento atrapada, paralizada, incapaz de responder como sé que debería. Quiero responder. Quiero decirle que no puedo, que es demasiado peligroso, que estar cerca de él solo complicará aún más mi vida, mi mente y, sobre todo, mi corazón. Quiero decirle que mi prioridad son mis hijos, que mi lugar no está al lado de un rey.
Pero nada, absolutamente nada, sale de mi boca. Las palabras permanecen atrapadas, sofocadas por el caos de emociones contradictorias que él despierta en mí. Me quedo allí de pie, incapaz de articular una sola frase, mientras todo mi cuerpo sigue vibrando por la proximidad de Caelum.
Nuestras miradas se cruzan de nuevo y, esta vez, la sonrisa que me dedica es aún más desarmante. Hay algo inquietante, casi arrogante, en la forma en que me mira, como si supiera el efecto devastador que tiene sobre mí. Una sonrisa que me hace querer besarle de verdad, perder el control, rendirme por completo a esta fuerza irresistible que ejerce sobre mí.
Caelum se rasca la nuca de forma casi casual, espontánea, pero de alguna manera el gesto solo lo hace más atractivo, más cercano, más real. Como si, por un breve instante, fuera solo un hombre y no un rey. Da unos pasos atrás, creando una distancia que al mismo tiempo me alivia y me deja anhelando la cercanía que acabamos de perder.
—Yo… yo… —Intento hablar, pero las palabras me salen inconexas, tartamudeadas, como si mi boca no pudiera seguir el ritmo del torbellino de pensamientos que se agitan en mi mente. La suave risa que se escapa de Caelum mientras me observa en este estado es a la vez reconfortante y desconcertante. Le divierte mi reacción, pero no de forma cruel. Es casi como si apreciara mi vulnerabilidad.
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