El dolor de no ser amada - Capítulo 603
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Capítulo 603:
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—Buenos días, señora —saludó una camarera con una sonrisa radiante.
—Buenos días.
—¿Dónde debo poner esto? —preguntó mientras yo me hacía a un lado para dejarla pasar.
—En la mesa del comedor está bien —respondí.
Ella asintió y se dirigió hacia allí. Acababa de dejar nuestro desayuno y se iba cuando Gabriel salió del dormitorio abotonándose la camisa.
Sus pasos vacilaron y casi tropezó cuando sus ojos lo vieron.
Gabriel era un buen partido, así que no la culpé.
«Gracias», dije cuando me di cuenta de que sus ojos seguían puestos en Gabriel, cuya mirada estaba en mí.
Mi voz la sacó de su estupor.
Asintió antes de irse. Cuando se fue, cerré la puerta tras ella.
—Entonces, ¿vas a fingir que no ha pasado nada esta mañana? —preguntó Gabriel mientras pasaba junto a él, tomaba asiento y me servía el desayuno.
Uf. ¿No podía dejarlo estar? Ya era bastante vergonzoso sin que él quisiera discutirlo.
—¿Por qué? —exigió, de pie junto a mi silla.
«Porque es vergonzoso. Estabas dormida. No sabías lo que hacías».
«Sin embargo, sé que ambos lo disfrutamos. Me desperté en el momento en que metí ese dedo dentro de ti y sentí cómo tus paredes se apretaban a su alrededor. Tenías los ojos cerrados, así que no sabías que te estaba observando. Te gustó lo que hice, y yo disfruté viéndote disfrutar del placer que te estaba dando».
No podía mentir, así que me quedé callada. Tenía razón. Me encantó mucho. Pero saberlo y decírselo eran dos cosas completamente diferentes.
«¿Podemos no hablar de esto ahora?», supliqué, sintiendo ya que estaba al límite de mi paciencia.
El día apenas había comenzado y ya estaba harta.
«Bien, pero esto no ha terminado», advirtió, clavándome sus ojos en los míos, manteniéndome cautiva.
Coge el asiento de al lado y empieza a servirse. Comemos en silencio, cada uno perdido en sus pensamientos.
Cuando terminamos, nos preparamos para empezar el día.
—¿Estás lista? Nuestro chófer llegará en los próximos tres minutos para llevarnos a Brion Corp —me dice Gabriel justo cuando termino de organizar los archivos.
—Lista.
—Vamos entonces. —Coge los archivos mientras yo cojo mi bolso.
Salimos y, unos minutos después, estamos en otro coche de lujo.
«¿Quieres que me ocupe de algo mientras estás dentro?», le pregunto una vez que lleguemos a la empresa con la que nos asociaremos, si todo va bien.
«Estarás conmigo dentro, tomando notas».
«Pe-pero…», tartamudeo. «Este es un trato importante. ¿No debería esperar fuera?».
«Eres mi esposa; no te quedarás fuera… Y además, ¿cómo esperas aprender habilidades de negociación si no me ves en acción?»
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