El camino a reparar tu corazón - Capítulo 999
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Capítulo 999:
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Mientras Sierra intentaba recordar dónde la había visto, la empleada regresó con una caja de regalo bellamente envuelta.
La empleada la colocó frente a las dos mujeres y la abrió para revelar la bolsa que había dentro.
«Señorita Acosta, aquí está su bolsa. Por favor, échele un vistazo», dijo la empleada.
Emery tomó la bolsa y la examinó cuidadosamente.
«Se ve bien. Gracias. Nos vamos ahora».
La empleada sonrió, a punto de hablar, cuando la irritada voz de Sierra la interrumpió.
—¿No dijiste que este bolso estaba agotado? Yo llegué primero. ¿Por qué se lo das a ella?
La empleada se dio cuenta de la cara larga de Sierra y rápidamente explicó: —Señorita Rivera, este bolso fue preordenado por la señorita Acosta. Me disculpo por cualquier confusión.
Sierra miró a Emery, encontrándola cada vez más familiar.
Emery respondió con calma: «En realidad, yo pedí este bolso hace algún tiempo. Si no me cree, puedo enseñarle el registro de compra».
De repente, algo hizo clic en la mente de Sierra.
Emery era la amante de Horace, la que había visto en las fotos antes.
Ahora estaba claro que Horace había comprado el bolso para Emery. No era de extrañar que la mujer que estaba junto a Emery estuviera tan celosa. Emery había conseguido atrapar a un hombre rico.
Al notar el silencio de Sierra, Emery supuso que no insistiría más en el asunto. Volvió a colocar el bolso en su caja y estaba a punto de irse.
Sin previo aviso, Sierra abofeteó a Emery con fuerza en la cara.
Sorprendida, Emery se tambaleó hacia atrás, frotándose la mejilla en llamas.
La escena se desarrolló tan rápidamente que todos se quedaron paralizados durante unos momentos, sin saber cómo reaccionar.
Liza intervino rápidamente para ayudar a Emery y preguntó: «¿Qué te pasa? ¿Por qué le has dado una bofetada a mi amiga?».
La empleada se apresuró a acercarse, tratando de aliviar la tensión.
«Señorita Rivera, por favor, cálmese. Los nuevos artículos llegarán pronto».
Sierra respondió con frialdad: «¿Por qué le he dado una bofetada? ¿Quién la ha estado trayendo aquí todo este tiempo? ¿Ha sido el Sr. Horace Fowler?».
La empleada se dio cuenta de que la situación se estaba intensificando y sintió un escalofrío recorrer su espalda.
«Señorita… Señorita Rivera, por favor, cálmese».
Sierra resopló ante las palabras de la empleada.
«Se atrevió a ser una amante. ¡Debería haber visto venir esta bofetada!».
Se volvió hacia Emery y siseó: «¡Mujer desvergonzada! Horace es lo suficientemente mayor como para ser tu padre. ¿Cómo te has podido liar con él?».
El rostro de Emery palideció.
«No sé de qué estás hablando».
Sierra se burló.
«¿No lo sabes? Bien. Dijiste que tenías un registro de compras. Muéstralo. Veamos si Horace ha sido quien ha manejado la cuenta».
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